Dan Montellano

1858

Dan ha vivido siempre en el oriente de la ciudad. Esa zona innombrada, que apenas se esboza como una marisma urbana en la típica expresión “de la Calzada para allá”. La Guadalajara vieja, donde las calles se conocen por un número, aunque las placas de las esquinas digan el nombre de algún prócer gris. Dan es un pintor hiperrealista, conceptual y abstracto a veces, que quiso dedicarse a la pluma, hasta que un maestro le dijo sinceramente que era mal poeta, cosa que agradece. Así que terminó por matricularse en Artes Plásticas, donde una tarea y los 10 puntos extra por inscribirla a un concurso, lo introdujeron al estrecho circuito de las galerías y los coleccionistas. Ahora vive de su pincel y de los premios que ha ido cosechando con frecuencia, como el del Salón de Octubre, el Encuentro Nacional de Arte Joven Aguascalientes, y el segundo lugar del Atanasio Monroy el año pasado en la categoría de artistas en consolidación, así como el primero de este año en la categoría de noveles creadores, a pesar de haberse inscrito a la otra

Recolectar
Recojo un montón de cosas: papeles, piedras, libros, fotos, revistas, cosas viejas, de todo. Todo me sirve para mis pinturas. Yo no invento nada: todas las imágenes me las encuentro. Incluso las partes más abstractas pueden ser un dibujo de un niño que me encontré afuera de una escuela o una servilleta manchada que accidentalmente tiene una bonita composición. De hecho, casi cada día voy a un tianguis diferente para ver qué me encuentro. Lo peor no es que gaste tanto en objetos viejos y aparentemente inútiles, sino que no desecho nada. Por ejemplo, tengo decenas de zapatos gastados y rotos que ya no me pongo, pero que no quiero tirar. Y así, todas las cosas que voy juntando las dejo a la vista un rato, hasta que recojo algo más y entonces las guardo en cajas, como las que se usan para transportar a los pollos. Ya tengo como treinta.

Coleccionistas
No vendo muchos cuadros. Sobre todo no vendo mucho en Guadalajara, por varias razones: una, no sé quién malacostumbró a los coleccionistas. Nunca quieren pagar el precio justo por una obra. Otra, que también en el arte existen las clases sociales y para quienes vienen de una clase alta es más fácil vender, porque pertenecen al círculo de los compradores, y porque pueden poner un precio elevado sin preocuparse si tarda seis meses en venderse.

Polémica
Me dijeron que no se podía hacer nada por revisar lo de las categorías, a pesar de que tengo recibos de la documentación y de la obra, donde indicaba que era para artistas en consolidación. Me dijeron que si no estaba de acuerdo, fuera a recoger mi cuadro y renunciara al premio. Tenía el apoyo del jurado. Pero la verdad es que uno se inscribe a un premio para ganarlo, no para renunciar a él, así que prefiero ver la situación como que vendí el cuadro y además me dieron un diploma, que nunca estádemás en el currículo.

Escuela
Para ser artista primero tienes que ser artesano. Yo aprendí a pintar, el acto de pintar, haciendo reproducciones de arte sacro. Ha sido mi modus vivendi desde que estaba en la secundaria. Todo empezó porque en la primaria era malísimo para dibujar, lo cual me traumaba, porque entonces estaban de moda Los caballeros del zodiaco y tenía compañeros que hacían réplicas muy buenas. Así que cuando entré a Artes Plásticas y me topé con compañeros que nunca habían agarrado un pincel en su vida, pues mi trabajo destacaba. Pero no debería ser así. Mi idea de una licenciatura de artes es que el alumno llegue a profundizar en la teoría y en sus propias preocupaciones, a desarrollar sus ideas… no a aprender acuarela, óleo y grafito.

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