De lo sagrado a lo profano

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La necesidad de generar públicos e incentivar este tipo de teatro obedece a la importancia histórica y cultural que tiene. En la Edad Media los títeres fueron usados por la Iglesia para representar pasajes bíblicos o hechos milagrosos. El teatro de títeres se convirtió en trashumante gracias a los juglares, quienes los empleaban para difundir noticias, hasta convertirse en un estandarte de crítica social y política.

“Los artistas se dieron cuenta que a través de estas figuras podían hablar de temas que le interesaban a la gente y criticar los sistemas políticos de la época”, detalla Gutiérrez Espinosa.

El arte se trasladó de Europa a América en el siglo XVI, aunque también hay vestigios de que había grupos indígenas como los mayas y aztecas que hacían representaciones de títeres con fines rituales. A mediados del siglo XIX, en México, la compañía Rosete Aranda popularizó los títeres y alrededor de los años treinta del siglo pasado el teatro guiñol tuvo un gran impulso, surgiendo titiriteros como Lola Cueto y Roberto Lago. En Guadalajara destaca Gerardo Aceves Mezquitán, conocido como “Pinito”, quien hacía representaciones en carpas de circo y en la calle.

Actualmente en la zona metropolitana hay dos festivales de teatro que se esfuerzan por difundir y arraigar entre la sociedad tapatía el teatro de títeres. Uno de ellos es el Internacional Pinito, a cargo de la compañía La Cucaracha, y el Festín de los muñecos, con apoyo de CulturaUDG y Secretaría de Cultura.

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