La noticia llegó dos días después de cumplirse tres años de que le fuera otorgado el Premio Cervantes. Fernando del Paso, el escritor, diplomático y periodista, murió en un hospital de la ciudad de Guadalajara alos 83 años. Su salud, deteriorada por los infartos cerebrales que sufrió cinco años atrás, no dio más. Las complicaciones derivadas de una úlcera provocaron su deceso. Era la mañana del miércoles 14 de noviembre.
Luego de que la UdeG lo confirmara en sus canales oficiales, las redes sociales se encargaron de hacer llegar la noticia a todo el orbe. Las condolencias desde personajes del ámbito político y el mundo de la cultura no tardaron en llegar.
En la calle Andrómeda la vida parecía transcurrir casi de manera normal. La casa en la que la familia del autor de Noticias del Imperio pasó las últimas dos décadas lucía en calma. Los hijos del escritor entraban y salían discretamente ante las miradas de los medios de comunicación que esperaban afuera.
No era difícil acercarse. Bastaba tocar el timbre para que Óscar, el asistente de Del Paso o Lupita, su enfermera, llamarán a alguien de la familia. La cordialidad siempre fue una característica en ese lugar, cuyas puertas fueron abiertas en varias ocasiones para recibir a reporteros locales e internacionales.
Los familiares más cercanos fueron llegando durante la mañana a la casa de fachada blanca y azul. A mediodía, Alejandro, uno de los hijos, hizo público el atuendo que acompañaría al escritor hasta su última morada. La alegría que lo caracterizó en vida no podía faltar incluso en ese momento: un traje azul y una camisa color guinda se revelaron tras la bolsa transparente que fue transportada de manera ceremoniosa.
Horas más tarde, la funeraria de avenida México, donde fue velado el escritor, fue invadida de coronas fúnebres. El féretro fue acomodado en un rincón de la sala principal rodeado de flores blancas. Desde una puertita abierta y sin vidrio en el ataúd se dibujaba el rostro del escritor, portando sus legendarios lentes que en vida le daban el toque final a su estilo de “dandy”.
Al lado del ataúd, un retrato al óleo, algunas fotografías regadas por la sala en la que no figuraba ninguna imagen o motivo religioso. Socorro, su esposa y sus hijos fueron los primeros en llegar y aprovecharon ese momento de intimidad para despedirse de quien fue uno de los escritores más reconocidos en Iberoamérica.
Una emotiva despedida
“Cuando yo me muera, allí está todo el año: tómalo. Cuando yo me muera, cómprate un calendario y por cada mes que todavía me quieras, deshoja la hoja, arráncala, arrójala”.
Los versos iniciales del poema “Allí está todo el año” escrito por Del Paso eran perfectos para plasmar el sentimiento que provocó su muerte a su familia, amigos y lectores.
Con la voz conmovida, su hijo Alejandro leyó un fragmento que resonó en todo el Paraninfo Enrique Díaz de León, donde la UdeG le rindió un homenaje de cuerpo presente el jueves.
El ataúd de madera fue recibido entre aplausos y cubierto con una bandera blanca con el logo de la UdeG y colocado en el estrado del auditorio junto a una fotografía del escritor que lo mostraba ataviado con un traje negro y gafas oscuras,
Bajo los murales del pintor José Clemente Orozco, que adornan las paredes y la cúpula del lugar, sus hijos recordaron al Fernando del Paso padre, quien no dudaba en expresar su amor por la familia y siempre le inculcó el cariño.
El Rector General de la UdeG, Miguel Ángel Navarro Navarro, afirmó que con su deceso México pierde a “uno de los más admirados escritores e intelectuales de todos los tiempos y de todas las latitudes”.
“A través de esta ceremonia despedimos a un entrañable compañero y a uno de los universitarios que más han enaltecido a nuestra Alma mater, que fue y seguirá siendo su casa —agregó—. No cabe duda de que Fernando del Paso permanecerá en la memoria de muchos, pero más en quienes tuvimos la fortuna de compartir con él una época; un proyecto educativo; una causa social, cultural y artística”.
Recordó las palabras de Del Paso al recibir el título de Doctor Honoris causa de la UdeG en el año 2013, en las que refirió que esta Casa de Estudio fue una de las cuatro más importantes de su vida, junto con la UNAM —donde estudió el Bachillerato y la licenciatura en Economía—; la Universidad de Iowa —en la que participó en el International Writing Program—, además de la Universidad de Notre Dame; estas últimas de Estados Unidos.
Dijo que la comunidad universitaria reconoció la trascendencia de su trabajo y su obra con reconocimientos como el nombramiento de Maestro Emérito, en 2005; la Presea Corazón de León, que otorga la Federación de Estudiantes Universitarios, en 2015; y la imposición de su nombre a las bibliotecas del Centro Universitario de la Ciénega (CUCiénega), en 2007 y la de la Preparatoria 8, en 2011. También fue creada, en octubre de 2017, la Cátedra de Arte, Poética y Literatura Fernando del Paso.
Con la presencia de su esposa Socorro Gordillo; sus hijos Adriana, Alejandro y Paulina, además de nietos y otros familiares, fueron montadas guardias de honor por parte de autoridades universitarias, funcionarios estatales, escritores y representantes de instancias como la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a la que fue un asiduo asistente.
La escritora Carmen Villoro (directora de la Cátedra de Arte, Poética y Literatura Fernando del Paso), recordó al autor de Noticias del Imperio con su figura de “maestro galaxia” y el “alto señor de la palabra”, que atrajo a cientos de estudiantes y jóvenes que se acercaron a su obra a partir de las actividades de la cátedra.
“Cumpliste tu ciclo humano, tu cuerpo cede ahora el sitio a tu palabra, tu palabra se inserta en otros ciclos más amplios, ignorados, inéditos. Feliz viaje, amigo de todos nosotros”, dijo Villoro al despedir al escritor.
El gobernador de Jalisco, Jorge Aristóteles Sandoval Díaz, anunció que decidió declarar este 15 de noviembre de 2018 como Día de Luto en el Estado de Jalisco para asegurar que “vivirá en el recuerdo de los jaliscienses que tanto lo admiraban”.
Los familiares del también periodista, diplomático y artista plástico, recordaron anécdotas con su padre y releyeron algunos textos que escribió evocando a su muerte.
María Cristina García Cepeda, Secretaria de Cultura federal, aseguró que Del Paso “fue y será eternamente una voz libre que nos llamó a valorar la palabra y a ensanchar la imaginación” porque dedicó su vida a “mirar, observar y comprender con los ojos lo que la razón transforma en palabra, lo que la imaginación convierte en literatura”.
Agregó que el autor es uno de los “imprescindibles” de la literatura mexicana, cuya ausencia “no le impedirá seguir con nosotros en cada página que preparó con el amor del artista y el rigor del científico”.
Al término de la ceremonia, el Rector General entregó la bandera de la UdeG a los deudos del escritor, cuyos restos viajaron esa misma noche a la Ciudad de México donde recibió un último homenaje en el Palacio de Bellas Artes.
Los retos del escritor fueron cremados y sus cenizas reposarán en la casa familiar donde vivió por 24 años luego de su regreso de Europa.
Una vida dedicada a las letras
Fernando del Paso Morante nació el 1 de abril de 1935 en la Ciudad de México. Su larga trayectoria como escritor, pintor, diplomático y académico en México y Europa le valieron los títulos de Maestro Emérito y Doctor Honoris causa por la Universidad de Guadalajara en diciembre de 2013.
Fue uno de los ensayistas y narradores más importantes de Latinoamérica, pero también se desarrolló en el campo de la publicidad y los medios de comunicación.
Desde la infancia se sintió atraído por las tiras cómicas de los diarios, lo que lo llevó a practicar el dibujo y la pintura. Más tarde, estudió Economía y Literatura en la UNAM.
Fue autor de textos publicitarios para varias agencias entre 1955 y 1969. Luego partió a Londres, ciudad donde se desempeñó durante 15 años como redactor y locutor de la radio BBC; actividades que realizó de manera paralela a su creación literaria.
En 1986 ganó el premio Radio Nacional de España, otorgado al mejor programa en español de carácter literario por su trabajo Carta a Juan Rulfo.
Entre 1986 y 1988 vivió en París, donde fue agregado cultural de la Embajada de México, y de 1988 a 1991 ocupó el cargo de Cónsul. Trabajó también como guionista y productor de programas para Radio Francia Internacional.
A su primer libro, el poemario Sonetos de lo diario (1958), le siguió la aparición de su primera novela, José Trigo (1966), obra que inició una trilogía que dio origen a Palinuro de México (1979) y Noticias del Imperio (1987).
En poesía publicó De la A a la Z: Poemas para niños (1988); Paleta de diez colores (1990); Sonetos del amor y de lo diario (1997); Castillos en el aire (2002) —que fue ilustrado con 20 de sus dibujos—; PoeMar (2004), y debutó en el género policiaco con Linda 67: Historia de un crimen (1995).
Publicó Cuentos dispersos (1999) y ensayos como El coloquio de invierno, con Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez (1992); Memoria y olvido, vida de Juan José Arreola (1994), y Viaje alrededor del Quijote (2004); además de las piezas teatrales La loca de Miramar (1988), Palinuro en la escalera (1992) y La muerte se va a Granada (1998).
Colaboró en una gran cantidad de diarios, suplementos y revistas culturales nacionales y extranjeros como El día, La Jornada, Alfil, Casa de las Américas, Crisis, Diálogos, Eco, Plural, Proceso, Vuelta, L’80 Zeit Schrift fürt Literatur und Politik, Die Horen, Ord & Bild, México en la Cultura y La Cultura en México.
Recibió el Premio Xavier Villaurrutia en 1966, por José Trigo; el Premio Rómulo Gallegos en 1982 por Palinuro de México; el Premio Casa de las Américas en 1985; el Premio Médicis de Novela Extranjera en 1986; el Premio Mazatlán de Literatura en 1987, por Noticias del Imperio; el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1991; el Premio de Literatura del Parlamento Cultural de Mercosur en 2005; Premio Ciudad de México en 2005 y en 2015 fue galardonado con el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes.
En 1984 ingresó en el Sistema Nacional de Creadores en la categoría de Emérito; es miembro de El Colegio Nacional desde 1996 y, en junio de 2009, fue admitido en la Academia Mexicana de la Lengua con un discurso sobre la lengua sefardí.
Desde 1992 hasta su muerte fue Director de la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz de esta Casa de Estudio. Fue colaborador del programa de fomento a la lectura “Letras para Volar”, donde realizó una antología de la colección de narrativa “Caminante”.
El escritor fue parte fundamental y asiduo asistente de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), donde recibió el Premio FIL de Literatura en 2007 y fue objeto de un homenaje por sus 80 años de edad, en 2015.