Telas, bordados, chaquiras y colores componen la exposición de la artista colombiana Andrea Rey, inaugurada el jueves pasado en el Museo de las Artes (MUSA) de la Universidad de Guadalajara, y que es producto de su residencia artística en este recinto.
Trayectoria ombligo-lunar está compuesta de una decena de piezas escultóricas que representan el ombligo como un medio de contacto con el exterior, y como la primera marca adquirida por todos los cuerpos desde su nacimiento.
Las obras elaboradas por Rey durante su estancia de cerca de un mes y a contrarreloj, contaron con la colaboración de mujeres bordadoras que se acercaron a conocer el trabajo de la artista y de la artesana indígena wixáritari Sayuri Sánchez.
Durante la inauguración de la muestra, la directora del MUSA, Maribel Arteaga Garibay, afirmó que la colombiana consiguió que los visitantes “se involucraran con ella dentro de un ambiente casi hogareño y marcado por una sensación de íntima feminidad”.
Añadió que el resultado fue la creación de “esculturas blandas de inspiración orgánica” con “códigos anatómicos y metáforas florales”, con los que la artista se aproximó a las visiones que conciben el ombligo como una fuente de vida o como el vestigio que la luna dejó en la raíz náhuatl del nombre de México.
“Hizo de esta marca natal un punto de encuentro con tradiciones de los pueblos indígenas de la región, especialmente con los wixáritari, quienes por analogía relacionan a la cicatriz umbilical con las jícaras y cuencos de marcado valor simbólico para su cultura”, dijo.
Andrea Rey, originaria de Bucaramanga, Colombia, destacó el intercambio que tuvo con las mujeres wixáritari, quienes le hablaron de sus costumbres, su cultura y le enseñaron sus coloridos bordados, cuya influencia quedó reflejada en su obra.
“Esta estadía temporal fue especial porque pude crear y vivir impregnada de la calidez de las personas que entraron al taller, ellos me vieron coser y sonreír a un ritmo inusual”, recalcó.
Durante su estancia en el museo montó un taller en el que desarrolló las obras previamente concebidas y se nutrió con los comentarios de los visitantes, quienes incluso le compartieron conocimientos en técnicas de bordados o punto de cruz.
“Los visitantes me hablaron de su país y me preguntaron sobre el mío —agregó Rey—, me enseñaron algunas puntadas de bordado y hasta me llevaron a pasear por bellos lugares. Una residencia no se trata sólo de arte, se trata de la vida, de hacer amigos y sorprenderse con lo nuevo”.
El Programa Artista en Residencia del MUSA es una actividad educativa que pone en contacto al visitante con las diferentes etapas del proceso creativo de un autor y permite la interacción entre ambos.