Antes de que la coreógrafa y bailarina quebequense Marie Chouinard supiera que se dedicaría a la danza, antes de que encontrara en el cuerpo la mejor posibilidad para el movimiento, Marie descubrió al Bosco en un cromo que sus padres tenían en casa. La pequeña Marie se maravillaba descubriendo los alucinantes personajes de El jardín de las delicias, sin pensar que muchos años después le encomendarían la compleja tarea de sacar, de la tabla de roble báltico en que fueron pintados hace más de quinientos años, a los personajes del Bosco.
En agosto de 1516 se celebraron las exequias de Jerónimo Bosch y en 2016 el Museo del Prado preparó una exposición conmemorativa que acompañó de múltiples actividades, como la creación coreográfica de la Compañía de Marie Chouinard que ahora llega a nuestra ciudad para abrir el Festival de Mayo. La función del próximo 4 de mayo en el Teatro Degollado será el estreno de la pieza en Latinoamérica.
El mítico Jardín de las delicias, al igual que el infierno, son conceptos que han sido abordados por todas las disciplinas artísticas a lo largo de la historia. Cinco siglos atrás, el Bosco creó una obra que, si bien guarda un carácter moralizador, rompió completamente con la estética de sus contemporáneos en un periodo de transición del Medioevo al Renacimiento. Los personajes de este tríptico están más cercanos a la imaginación de los bestiarios que a los relatos bíblicos. Para Chouinard el hombre-árbol, la monja cerdo, las aves gigantes o los moluscos abiertos, más que representar unívocamente al pecado y la culpa consecuente, reflejan el espíritu libertario del artista y también de la humanidad. Por ello se concentró en los juegos que el pintor planteó como engaños a los sentidos y desarrolló con su cuerpo de baile la respuesta a la pregunta ¿qué seríamos si hubiésemos seguido en el Paraíso?
El jardín de las delicias de Chouinard es una apuesta por la libertad humana cuyas principales manifestaciones ocurren a través del placer, de la experimentación del gozo y también de la inocencia. Sobre este mismo planteamiento el infierno tampoco es un lugar que debemos pensar como el futuro macabro, sino un puro reflejo de la realidad actual, en todo lo que hoy define la dinámica de nuestro planeta después del pecado original. Si bien Chouinard opta por la narrativa planteada por el Bosco, dividiendo su pieza en tres actos que corresponden a los paneles de la pintura, el paraíso, el jardín de las delicias y el infierno; la coreógrafa no pretende replicar celosamente la obra plástica, sino construir a partir de su estética una fisicalidad propositiva que conecte con la complejidad de la obra original.
Como ocurre en la tradición literaria occidental, en la pintura del Bosco el paraíso es el más simple de los espacios que acogen a las almas, en él vemos a Adán sentado sobre la hierba mientras Dios padre le presenta a Eva, que parece inclinarse ante ambos. En los paneles dedicados al jardín de las delicias y al infierno encontramos seres extraordinarios salidos de una lúbrica imaginación y que Chouinard recupera para honrar la libertad del cuerpo, para subrayar su poder creativo.
La pieza coreográfica es integral e incluye elementos audiovisuales que acogen a los bailarines en el universo del pintor holandés además de la música original del compositor Louis Dufort, quien ya ha trabajado en otros proyectos con la Compañía. El mundo de Chouinard es el del cuerpo emancipado, cuya autonomía es en sí misma la más grande celebración.
Las funciones serán el 4 y 6 de mayo en el Teatro Degollado. Los boletos pueden adquirirse en las taquillas del teatro o en Ticketmáster.