El dolor por la muerte del hijo del poeta Javier Sicilia convocó a que jóvenes, estudiantes, académicos y ciudadanos estuvieran presentes en la Glorieta del Niños Héroes para desde ahí decir “No más sangre”, el pasado 6 de abril.
Entre los manifestantes, caminaba vestida de Blanco Guadalupe Aguilar quien se sumó no sólo por su indignación por el asesinato de aquel joven sino porque vive personalmente lo que es la impunidad desde que desapareció su hijo José Luis Arana, de 34 años de edad.
“Estamos viviendo mucha desesperanza, angustia de no saber qué pasa con mi hijo. Desapareció y parece que se lo tragó la tierra, quieren hacer saber que mi hijo estaba vinculado con el crimen organizado, cosa que no es cierto. Y no me ciego como todas las madres no cegamos ante la pregunta ¿cómo es su hijo? Yo se los he demostrado con papeles y curriculum, la clase de persona que es” reclama esta madre desesperada.
Ella, mientra habla de su pesar, en la Glorieta Niños Héroes se lee poesía y la lista de personas que han muerto en lo que el gobierno federal ha denominado la “Guerra contra el narco”.
Diferentes jóvenes hablan de su preocupación sobre la violencia, pero el silencio y el nudo en la garganta llegó cuando esta madre dijo por qué ya no tiene miedo de hablar.
“Yo no voy a leer una poesía, yo quiero decir que soy la representante de todas la madres que tenemos a nuestros hijos desaparecidos. Yo no tengo miedo porque lo supera el dolor”.
Sujeta el micrófono con fuerza, la misma que hace detener a los jóvenes que se retiraban de la glorieta al escuchar su mensaje y su tono firme exigiéndole al “señor Presidente, ya basta de tanta sangre, no esté encubriendo a esa bola de corruptos y rateros. Señor Presidente queremos paz en este México”.
Ella se ha enfrentado a algo que viven otras personas. Cuando desaparece alguien en automático consideran que tenía un vínculo con el narcotráfico y por eso no se sigue investigando.
Sin respuesta con más de 70 días de desaparecido, doña Lupita ya está harta de gritar y buscar. Por eso se sumó a la movilización, porque la burocracia en la Procuraduría General de la Justicia, la hartó.
Los héroes del Castillo de Chapultepec inmóviles y silenciosos miraban los carteles con silueta de jóvenes y niños que murieron de forma violenta por el crimen organizado o por autoridades policíacas.
Ahí se leía el caso de un joven músico que estaba en un bar donde arrojaron una granada. Una de tantas historias colocadas por la Federación de Estudiantes Universitarios con el lema “No más muertos”.
Arriba de la rotanda, ubicada entre las avenidas Niños Héroes, Chapultepec y Mariano Otero, estaba llena de personas con pancartas y mantas. Abajo, los automovilistas seguían su rutina de manejar, ignoraban lo que pasaba, otros se extrañaban de lo que veían.
A lo lejos se veía el edificio de condominios de lujo que se construye en la zona de Chapultepec, apenas se distinguían las siluetas de los albañiles que seguían trabajando, mientras a unos metros los ciudadanos pedían paz para todos y todas.
La investigadora Rossana Reguillo estaba presente. Ella desde la academia ha convocado a diferentes movilizaciones para decir “Ya Basta de la Violencia en México”.
Al ver más de 700 personas reunidas en un mismo espacio con una misma exigencia, la investigadora del ITESO señaló estar satisfecha con la respuesta a la convocatoria. “Llegó muchísima gente no solamente por redes sociales. Esto es señal de que la gente está con ganas de manifestarse y de expresar su molestia”.
Llego el final de la marcha, el sol seguía en pie, aún cuando el reloj marcaba cerca de las 8 de la noche. Los Niños Héroes y la Madre Patria se fueron quedando solos. Cada uno de los asistentes tomaban rumbo hacia a casa mientras que la señora Guadalupe Aguilar continúa buscando a su hijo.