“La literatura articula nuestro mundo”: son palabras célebres del escritor mexicano Ignacio Padilla, acreedor del Premio Nacional de Literatura en tres categorías distintas, considerado uno de los máximos exponentes de la llamada Generación del crack, a quien, tras fallecer el año pasado, se le rindió homenaje el 23 de abril en el Día mundial del libro.
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Bajo una carpa que resguardaba a los asistentes —colocada en la Rambla Cataluña a un costado del Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara— todo estaba listo para la celebración. En la parte trasera, desde una serie de mesas pletóricas, pilas de libros custodiaban como torres los pasillos que conducían al escenario, que estaba predispuesto para dar lectura en voz alta a Inéditos y extraviados, obra de la autoría del escritor homenajeado en este Día mundial del libro.
Libros de todo tipo posaban en las estanterías de las editoriales presentes, desde El principito hasta Así hablaba Zaratustra. Ejemplares clásicos, de pasta artesanal, universitarios, tridimensionales, de segunda mano, novelas contemporáneas, libros usados, ediciones económicas y colecciones completas formaban parte de la diversidad de sabores encontrados al vagar por los pasadizos del sitio.
El color escarlata adornaba el lugar, en una tradición que se cruza con los usos y costumbres de Cataluña —como la Rambla— y que provocó que las librerías abundaran de rosas destinadas a ser un obsequio para los visitantes. Las personas rebosaban por los pasillos, atildadas de flores, husmeando y escrudiñando los libros.
Contiguo a los puestos, se levantaba el “Laboratorio de cuentos”, constituido por seis máquinas de escribir disponibles para el libre uso de los asistentes, con el deseo de incitar la creación y pasión por la escritura. El escenario contaba con un par de atriles translúcidos, que aguardaban a los invitados que darían voz al libro homenajeado.
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“El insomnio no es el mayor dilema de la princesa que durmió cien años”, comenzó leyendo el Rector General de la UdeG, Iztcóatl Tonatiuh Bravo Padilla, del primer cuento de Inéditos y extraviados de Ignacio Padilla, dando así inicio al evento, agotando la espera de los más de trecientos asistentes. Luego, diversas autoridades continuaron con la lectura de la obra antológica que recorre el imaginario creativo del “físico cuéntico” —como se consideraba él mismo—, entre ellas la directora de la FIL, Marisol Shultz, la secretaria de Cultura, Myriam Vachez y el secretario General del ayuntamiento de Guadalajara, Enrique Ibarra.
El público constituido por individuos de todas las edades, dio vida al relato y a la narrativa rica en matices del escritor. Profesionistas, amas de casa y estudiantes sazonaron cada párrafo emitido. Cualquiera que lo deseara podía leer, bastaba simplemente con registrarse y esperar que el turno fuera proyectado por las pantallas.
Lectores titubeantes y audaces prestaron su voz al recital. Hasta la de un niño pequeño, del que, aún si parado sobre una plataforma, apenas sobresalían del atril las puntas de sus rizos. Sin importar su escasa edad, desplegó un verso fluido que provocó el asombro del público.
“Esta misma noche comenzará a pudrirse el cadáver del gigante”, relató con entereza el escritor Fernando del Paso, vestido con un vistoso saco rosa sobre una camisa carmesí. Su aparición inesperada ganó la conmoción de los oyentes, nada mejor que un homenaje a Ignacio Padilla en viva voz del ganador del Premio Cervantes 2015.
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Finalmente, esta jornada dominical de lectura en voz alta contó con casi quinientos participantes. El maratónico recital organizado por la Feria Internacional del Libro en Guadalajara (FIL) y el ayuntamiento de Guadalajara, concluyó a las cuatro de la tarde, cumpliendo con varias relecturas del libro para los oídos que recién se integraban al evento.
