El exilio de la migración, el exilio del amor, la soledad, la independencia. El exilio del habla; de una simple conversación. El exilio de todo, como el del escritor chileno Roberto Bolaño. Al final, esta obra “incompleta”, presentada en el Teatro Experimental, estuvo llena de aplausos, así como de una retroalimentación que sólo duró un par de minutos, pues más allá de la interpretación y del juego entre el idioma español y el inglés, Exilio/ Mi vida como Bolaño, dejó claro los roles de la vida cotidiana y la repercusión en el individuo producida por la mezcla de dos culturas.
A las 8:30 de la noche, un aproximado de 100 espectadores esperaba el inicio de la puesta en escena, que, después de unos minutos, dio inicio tras pedir no tomar fotografías con flash, así como apagar los celulares. Con este anuncio iniciaba la representación de una obra que es portavoz de la vida cotidiana de los demás.
Durante casi cincuenta minutos y en cinco actos, el grupo conformado por Flavia Hevia, Brett Keyser, Tannis Kowalchuk, Lydia Margules y Ker Wells, de la productora Zazil Servín, dejó entender la complejidad que significa entrar en un entorno distinto al de la rutina de cualquier persona, así como el choque que le produce el empleo de un lenguaje diferente.
La historia muestra el desenvolvimiento de una pareja norteamericana que llega a México, donde a lo largo de la transición de un país a otro, disfruta pasajes de la obra de Roberto Bolaño, envueltos en una intención metafórica y autobiográfica, al nombrar y narrar parte del cuento “Los últimos atardeceres de la tierra”.
La presentación llega a un grado en que el realismo fantástico abraza al surrealismo utópico. Al interactuar en un sueño, la imaginación supera la realidad. La primera impresión que surge en el personaje es que “estamos hablando español”.
Al final la obra evidencia algunos rasgos discriminatorios, cuando uno de los personajes pregunta con tono déspota: “¿Por qué hablas español, si tú no eres mexicano?”
También hace referencia al “nacionalismo” norteamericano aplicado a los inmigrantes. Otros temas que toca es el México de la violencia, el folclor y la manipulación de los medios.
Después de los aplausos al final, un aproximado de 40 personas intercambiaron impresiones con el grupo. Lydia Margules cuestionó: “¿De qué creen que trata la obra?”. Los espectadores coincidieron en ese analizar el exilio de todos los días. El individual, el de pareja, así como también el fenómeno social de ir y venir en el mundo.
Ya para concluir, el grupo manifestó su intención de presentar la obra en ambos idiomas (español e inglés), para generar en las personas el conflicto de no dominar bien uno o el otro idioma. Esto dejaría en el espectador la inquietud acerca de lo importancia de entender el significado real del exilio.
“Esto fue inspirado por Bolaño, gracias a la identificación literaria que tenemos todos con él”, respondió Flavia Hevia, encargada de iluminación y escena a la pregunta de un reportero.
Complementó Lydia Margules: “Todos somos Bolaño en la obra, todos mostramos un poco de él, de su vida, de ese exilio, de su obra”.
Finalizó diciendo que todos jugamos a metaforizar esto como una pelea de lucha libre. “Esto es la primera caída. Aún nos faltan dos”.