El ex Rector expulsado por el Consejo General de la Universidad de Guadalajara “por cometer falta grave”, se presentó ante los medios de comunicación ostentando un papelito, de la misma manera que los que piden limosna muestran una receta médica.
¿Para qué?
Nadie, que yo sepa, se molesta en saber qué dice la presunta receta. Ninguna persona con tres dedos de frente se va a entretener en revisarla para enterarse si está vigente, si el médico que firma tiene cédula profesional, etcétera.
Si el máximo organismo rector de una Universidad Autónoma ya no lo apoya ¡Entonces se brinca las trancas y pide limosna en otros lados donde la Ley Orgánica no opera!
El depuesto Rector nunca entregó el famoso amparo ni en tiempo ni en forma. Si las autoridades que, como él asegura, se supone que deben notificar a quien corresponda acerca del amparo, no lo hicieron, tal vez sea simplemente porque llegaron a la conclusión de que tal documento no procede.
El Rector destituido permitió la entrada de las chicas del coro al Consejo General Universitario. Admitió que insultaran a los consejeros ahí reunidos (como Rapunzel: desde el balcón) y nunca los llamó al orden; sólo se limitó a sonreír con cinismo ante las ofensas.
Cerró la sesión impulsivamente, sin tomar votación a la asamblea ahí reunida.
No se había decidido a citar a reunión antes, postergó la aprobación del presupuesto más de lo usual…
Junto con su lacayo vicerrector se comportó prepotente y abusivo con todos los de Casa desde el primer día en que entró a la Rectoría General. Ejerció sobre trabajadores y docentes una hostilidad y tensión que desde hacía décadas no se vivía dentro de la máxima casa de estudios.
Contrató como asesor al nefasto lugarteniente de Mario Marín y cerró la pinza trayendo a la Universidad al mismísimo asesor de campaña de Etilio (¡quien por cierto, jura por el Osito Bimbo que se ha mantenido al margen!).
Y cuando el Consejo General Universitario (CGU) le llama a cuentas por estas acciones, monta una serie de shows baratos (¡la Chimoltrufia ante los medios masivos de comunicación!). Un berrinche que resulta en una ofensa a la inteligencia del CGU y a la sociedad en general.
Antepuso sus intereses muy personales a los intereses de la Universidad. Quiso imponer sus decisiones a las de la mayoría simplemente por ser Rector general. Creyó que usando frases panistas trilladas como “bien común”, “transparencia,” y “democracia” (¡nomás le faltó “lucha contra el narco”!) iba a conseguir el favor de las masas.
¡Malas noticias! La mayoría que rige en la Universidad de Guadalajara está formada por intelectuales.
¡Oh decepción! La mayoría que lo puso en la Rectoría General tiene todo el derecho a destituirlo de nuevo.
El amparo no procede. Si procediera, ¡entonces cualquiera se ampara primero y luego agarra a balazos al vecino! El ex Rector con su papelito, pidiendo limosna, es patético. El máximo órgano directivo de la Universidad de Guadalajara ha decidido. Donde la Ley Orgánica opera, un amparo no procede.