Ella nació en 1950 en Río de Janeiro y se dedica a esto desde hace más de 20 años. “La artista brasileña Fernanda Gomes expone en la Oficina de Proyectos Artísticos desde el viernes santo y hasta el 17 de julio”, podría decirse. Y son ciertos todos los datos, pero queda la duda de que le pareciera adecuada la fórmula a ella. Parece sentirse más cómoda en la imprecisión, y eso es justo lo que hay en la galería: un cordel colgando del techo, algunos charcos meticulosamente esparcidos entre unos tazones de barro, unas pelotas de hule, unas láminas de acrílico, una bolsita de plástico que revolotean junto a la ventana y un vaso copado de sal.
sin título
Mi exposición no tiene título y consta de cosas que están ahí, independientes pero relacionadas entre sí y relacionadas por un espacio preciso en un tiempo particular. Aunque sí me gustan los títulos. Para otros es parte del trabajo de un modo muy especial. De hecho me gusta dar títulos a las obras de otras personas, pero para mí me gusta que las cosas queden sin nombres, más misteriosas. Que no tengan una pista para llegar. No, mis piezas no tienen pistas a través de la palabra, no. Esto hace muy difícil organizarlas. La mayoría son sin título, de materiales diversos y dimensiones variables. Sólo por la fecha se pueden reconocer, y eso cuando las fecho. Lo prefiero así. Las clasificaciones sólo sirven para hacer problemas. Claro a mí me gustan los problemas, no tengo problemas con los problemas. Pero para el caso del arte estorban las clasificaciones.
sin título
Mi exposición no tiene título y consta de cosas que están ahí, independientes pero relacionadas entre sí y relacionadas por un espacio preciso en un tiempo particular. Aunque sí me gustan los títulos. Para otros es parte del trabajo de un modo muy especial. De hecho me gusta dar títulos a las obras de otras personas, pero para mí me gusta que las cosas queden sin nombres, más misteriosas. Que no tengan una pista para llegar. No, mis piezas no tienen pistas a través de la palabra, no. Esto hace muy difícil organizarlas. La mayoría son sin título, de materiales diversos y dimensiones variables. Sólo por la fecha se pueden reconocer, y eso cuando las fecho. Lo prefiero así. Las clasificaciones sólo sirven para hacer problemas. Claro a mí me gustan los problemas, no tengo problemas con los problemas. Pero para el caso del arte estorban las clasificaciones.
absoluto
Para mí todo es precioso, todo es importante. Por ejemplo un vaso con agua. Es la cosa más sencilla y lo más básico. Y también puede ser una escultura: es una obra que he hecho muchas veces y voy a seguir haciendo hasta que muera porque algo que siempre vas a encontrar igual en cualquier parte, es la vida misma y tiene una belleza banal y normal que nadie mira, es algo que no tiene importancia porque todos lo tienen. Como el tiempo, al que nadie le da valor y que se desperdicia haciendo cosas ridículas, pero que es finito e irrecuperable.
normalidad
El arte parece que se ha convertido en las últimas décadas cada vez más en un producto como cualquier otro. Pero el arte no es un producto. Sí puede estar contenido en una cosa, y esa cosa, como cualquier otra puede tener un precio. Pero no hay que confundir nunca precio con valor. Esto es importante porque el mercado tiene que existir para que la gente entienda que el arte se puede vivir como parte de todo, con normalidad y que se puede tener en la casa. Es importante que las personas puedan tener colecciones, que el arte salga de los museos y galerías hacia los espacios privados y también al contrario, en toda clase de contextos diferentes. Dejar de sentirnos como elefantes en una tienda de loza.