Entre los años 2007 y 2014 han muerto más mexicanos, víctimas de la guerra contra las drogas, que en Afganistán e Irak combinados, países que han tenido guerras explícitamente declaradas. ¿Existe acaso un número de víctimas a alcanzar para poder encontrar la paz?
Apegándonos a un sencillo análisis, no lo hay, debido a que no hay un triunfo posible. Enfrentar a las drogas con violencia no aspira a ninguna resolución. Considérese lo siguiente: el motivo principal en el que se sustenta la erradicación de las drogas es un lema sencillo: “sin drogas = sin problemas”. Justificándose en él, se persigue el cultivo y el comercio de las mismas. No se ha tomado en cuenta la ley dorada del mercado: “oferta y demanda”.
A diferencia de múltiples productos, las drogas no son sensibles a los precios. Esto implica que aunque se luche con disminuir su oferta (buscando plantíos y deteniendo líderes de cárteles) y la demanda aumente (al igual que el precio de la sustancia ilícita), los consumidores estarán dispuestos a pagar cuanto sea necesario para obtener la droga, perpetuando y perfeccionando un voraz espiral de violencia.
Una campaña contra la oferta es irracional, absurda y brutalmente sangrienta. La solución radica en enfrentarse a la demanda.