Eine kleine Nachtmusik
Cuatro peldaños me suben
a un rellano desolado.
En medio del escenario,
un haz de luz circunda
mi estricta paradoja.
Allá, en el rastrojo,
el viejo caballo piafa.
¿Por qué, rata, aún no acabas
con mi corazón reseco?
Vació de mí ya siempre,
¿cómo llenarme de amor?
Sólo más turbios parajes
-¿quién iba a decirlo?-anhelo,
¡Tarde me arrastra la vida!
Sirenas de terror suenan
lejos. Y ya viene el alba.
Se me despierta en el pecho
la boa que me constriñe.
Lentamente me emparedan
la carne triste y los libros.
A los cuarenta, ¿qué más?
Narcís Comadira
VII
Junto a los muros,
los animales duermen por los rincones de nuestra casa.
Las frutas cuelgan de los árboles, heladas,
como cristales o lágrimas o viejas antracitas,
y los árboles, junto al camino arenoso,
atisban la nada, perdiéndose entre las dunas.
Cubiertos de polvo, los caminos
han quedado anegados por el bosque, cerrados
por la zarza y el hinojo,
y las huellas cubiertas por montañas de arena,
que el viento mueve de un lado a otro del desierto.
Arraigados entre el estiércol, los tubérculos crecen
y se elevan y hacen caer las casas y derriban los muros.
Rompen las piedras.
El agua, encharcada desde hace tanto tiempo
bajo los porches, cubre a los muertos, resecos por las sequías.
Las arborescencias de la sal se balancean entre el viento,
la arena cubre las flores quemadas,
y el sol, por el viento desierto, oscurece las palmeras.
Antoni Marí
Exordio
Las rosas de Ronsard se han marchitado
y Dios es ahora sólo un recuerdo más
Hay mares fuera de esta isla que no he visto
y lugares de mapas verdes donde nunca he estado
La noche es un desván en medio del mundo
la vida un vacío que con palabras lleno de sentido
¿Dónde están las nieves que cantó Villon?
Del magma espeso del gozo me han nacido dos hijos
del íntimo pozo de los años un verso de añoranza
El viejo búho este año no ha regresado
ni los pájaros han anidado en mi buhardilla
Sueño aquella playa inmensa de la infancia
Me estoy haciendo viejo y vuelvo a releer a Shakespeare
Ponc Pons
