Aunque nació en Ciudad Obregón, Sonora, Humberto Musacchio (1943), hijo de padre italiano y madre mexicana, considera que fue “engendrado” en Guadalajara, donde vivió hasta los once años por los rumbos del panteón de Mezquitán, en la calle Juan N. Cumplido.
Musacchio es uno de los periodistas más reconocidos y sólidos del país, con una carrera en la que ha dirigido y ha sido colaborador de los suplementos y secciones culturales más importantes a nivel nacional, además de contar en su haber con diversas publicaciones como México: 200 Años de Periodismo Cultural, del cual se han publicado dos tomos de los tres que contempla, y que son una antología de textos que “mejor reflejen la evolución cultural de México”.
Íntegro pero no iluso de la influencia que el poder ejerce en el periodismo, sobreviviente a las represiones del 68 y testigo de la encuerada de Avándaro, quiso escribir para tener un oficio del cual vivir, pero no sin dejar de contar la historia no siempre dicha.
Patito feo
El periodismo cultural es cíclico, tiene momentos muy altos y también tiene caídas, ahora no está pasando por lo mejor. Hubo una muy buena época de fines de los setenta a principios de los noventa. El pretexto de los editores, directores y dueños de medios para no impulsar este periodismo es que no es negocio. Ése era un argumento válido hace treinta o cuarenta años, pero no hoy con los anunciantes de plana completa como el INBA, CONACULTA, universidades, editoriales. Sí existen condiciones, pero no intención, ni conciencia de que sí tiene demanda. Su desarrollo ha sido paralelo al del resto del periodismo. Ha habido grandes periodistas culturales que han influido en el tema, pero también en lo demás, y que han tenido que hacer periodismo político, porque paga mucho mejor. Se pone el acento en el periodismo político porque es el que marca la pauta, no él, sino la política misma, y de ella depende todo.
Intelectuales
Todos los periodistas deben de ser buenos lectores, no sólo de diarios. No concibo un buen periodista sin lecturas. Los grandes maestros del periodismo así lo han sido. Es condición para cualquier especialidad, pero en el caso del periodismo cultural, es indispensable que si vas a escribir de literatura, danza, música, se tengan antecedentes. Estamos obligados a mejorar nuestra preparación. Un buen reportero de cultura no les pide nada a las estrellas de la redacción general, al contrario, muchos de ellos acaban por convertirse en buenos escritores.
Ni los huesos
El periodismo cultural lo hacían antes los aspirantes a escritores o los escritores. Al irrumpir masivamente en las redacciones los egresados de escuelas de periodismo o comunicación, cambió la composición, y ahora son periodistas de carrera. No sé si sea mejor o peor, pero la calidad de la redacción ha bajado mucho, y no sólo por culpa de ellos, sino porque con la entrada de la tecnología han desaparecido especialistas que antes eran indispensables, como en el caso de los correctores de originales, que también deberían ser periodistas. Hoy el español que manejan los periódicos es cada vez peor. Una de las razones por las que los muchachos egresados llegan mal preparados a los medios, es porque sus maestros tampoco son periodistas; jamás han pisado una redacción. ¿Qué les pueden enseñar?
Naturaleza
Desconocemos la historia del periodismo en México, redondamente. El periodismo es efímero, está en su naturaleza, es caduco; pero tenemos la obligación de conocerlo, porque siempre hay textos rescatables que siguen teniendo valor, acontecimientos que si los supimos reflejar, tendrán presencia en el ahora, y evitarán así los mismos errores de antes. En todas las actividades hay tendencia a rendirle homenaje a los mejores del gremio, y en el país fuera de los premios de periodismo —que son más que discutibles— no existe porque ni siquiera sabemos quiénes son.