En situaciones de guerra, como las que se vivieron y aún persisten en Colombia, pese a las Conversaciones de Paz en La Habana, Cuba, desde noviembre de 2012, han existido medios de comunicación que realizaron y realizan esfuerzos informativos desde hace varios decenios. Me refiero al diario El Espectador y al semanario VOZ, editados en Bogotá y con circulación nacional. Los colombianos que leían reportajes y análisis en estos medios, terminaban por entender el conflicto armado y muchos de ellos se convirtieron en promotores de la paz en la nación suramericana.
Otro caso destacable lo constituyó en la República Oriental del Uruguay, la revista Marcha en las décadas de 1970 y 1980, que fue finalmente clausurada por la dictadura militar. Cuando se recuperó la democracia o el intento democratizador en la patria de Eduardo Galeano surgió el semanario Brecha, un poco continuador de Marcha que cumplirá próximamente tres decenios.
Existen otros ejemplos en nuestra América, como La República en Perú; Diario Vea y Correo del Orinoco en Venezuela; la revista Tricontinental de Cuba; Proceso, La Jornada y Siglo 21 (que circuló en Guadalajara hasta 1998) que se esforzaron por explicar las causas de los conflictos armados y también por darle voz a diferentes sectores de la población y de la sociedad, algunos de los cuales son víctimas directas de la guerra, aunque casi todos son víctimas indirectas, incluidos los principales protagonistas de dichas guerras.
Estas líneas a propósito de la nota “Otras formas de informar”, escrita por Víctor Rivera en la pasada edición de La gaceta (lunes 6 de julio de 2015).