Basada en la historieta Los supermachos de Eduardo del Río “Ruiz”, y con guión de Alfonso Arau, Juan de la Cabada, Héctor Ortega y el propio Ruiz, la comedia satírica Calzonzin Inspector —exhibida en las salas de cine en 1974—, fue una de las primeras películas que surgieron en un entorno de algún modo favorable y poco propicio a la vez, que tocaba temas políticos y que atacaba de manera severa al gobierno en turno.
Esta obra de Arau, sin lugar a dudas es su mejor película, y logra sostenerse hasta la actualidad, pues lo criticado sigue sucediendo hoy, sin haberse ido con la supuesta alternancia en la presidencia: los vicios expuestos han tenido una ya larga continuidad, y pese a estar (por dos sexenios) otro partido en el poder, todo sigue igual. Hoy más que nunca resulta interesante volver a este filme, pues ha hecho escuela y se ve reflejado en, por ejemplo, La ley de Herodes de Luis Estrada, que ha realizado una especie de saga con parodias que han hecho reír al público mexicano y a la vez lo han puesto a reflexionar sobre la vida política nacional. Sin abordar Arau temas que no eran visibles en aquellos tiempos, como el narcotráfico y su participación en los comicios y los propios gobiernos, ya Calzonzin Inspector nos mostraba la cruda realidad nacional en lo tocante a la política. Dados a reírnos de casi todo, fue una válvula de escape para nuestra sociedad la hilaridad provocada por Arau que personificó al personaje de Ruiz, que por muchos años fue visto en monitos en sus historietas.
Con Calzonzin todo México fue San Garabato, lugar donde ocurren los hechos narrados por Arau y donde el personaje encobijado y hoy un naco, se vuelve el candidato a la presidencia municipal y nos ofrece parodias geniales sobre los discursos de los políticos que en nada han cambiado desde aquellos años, cuando era presidente Luis Echeverría Álvarez y su política populista donde la nación entera fue mundo rural y ciudad. Recuerdo con cierta frecuencia aquello que Calzonzin dice en un discurso: “…donde decir gobierno es decir Revolución, y donde decir Revolución es decir gobierno”, aludiendo quizás a la “célebre” frase echeverrista de “Arriba y adelante”, que de haberla dicho en la actualidad la hubiera replicado en miles de memes en las redes sociales.
Absurda la vida política nacional desde siempre, el escape de los mexicanos ha sido y seguirá siendo el supuesto buen humor que nos caracteriza y que antes de los memes sostuvo los chistes políticos de las carpas, luego llegó al cine en películas que lograron sacar las carcajadas a todos, pero, como siempre, nadie fue más allá de la risa atronadora en las salas de cine.
En la historia de Arau, Calzonzin y su amigo Chon llegan a San Garabato huyendo, y se ven involucrados en asuntos políticos del pueblo imaginado por Ruiz. De allí surgen momentos realmente muy buenos en los que Arau logra hacer una perfecta actuación y personificación de Calzonzin. Es de antología la escena de su discurso, pero también aquella donde logra un baile excepcional que es para morirse de la risa.
Realizada en tiempos donde el cine político tuvo un espacio singular, entre las muchas películas que se realizaron estuvo la de Arau, quien durante la edición 31 del Festival de Cine Internacional de Guadalajara, recibió un homenaje por su trayectoria que, ni duda cabe, es una de las mejores y que sigue vigente y ardorosa, quizás más que las llamadas “fuerzas vivas” a las que alude Arau en Calzonzin Inspector.
Alfonso Arau (Ciudad de México, 1932) es uno de los artistas más completos: es músico, cantante, ilustrador y pintor, director de cine y, claro, actor.