Los cadáveres abandonados tenían varios días en las calles de Ocosingo.
¿Por qué no los recogen?, preguntó un colega periodista.
“Es estratégico. Los exhiben. Muestran al mundo que el ejército mexicano actúa en serio y que eso les pasará a los zapatistas si mantienen su lucha”, aventuró otro.
Eran los primeros días del levantamiento zapatista en 1994 y a la improvisada sala de prensa del hotel Diego de Mazariegos, llegaban los ecos del combate convertidos en comunicados.
– ¡Salió uno nuevo!, gritaba eufórico un periodista colombiano enviado a cubrir el conflicto mientras mostraba un comunicado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Ahí, en el pequeño comedor de la sala de prensa, apretujados y peleando por una máquina de escribir –que no computadoras–, el autodenominado ejército de los periodistas libraba su propia batalla.
Había apenas nueve líneas telefónicas y tres aparatos de fax para 700 periodistas.
Las horas transcurrían con demasiada prisa en aquellos aciagos días del enfrentamiento.
Los comunicadores teníamos que sortear los rumores, las versiones, los comunicados y los informes oficiales para saber qué era lo que pasaba en realidad.
Llegaban reportes de que los alzados habían tomado un rancho en Comitán, que habían secuestrado al exgobernador Absalón Castellanos, que tomaron estaciones de radio en Ocosingo, que derribaron un helicóptero, etcétera.
Sólo doce días duró la “guerra”. El gobierno federal anunció un cese al fuego y el 16 de enero el presidente Salinas decretaría una ley de amnistía.
El EZLN mostró entonces su verdadera y más eficiente cara: las palabras.
Salían hasta dos comunicados diarios quién sabe de dónde y los comunicadores teníamos un festín informativo.
Luego vendría el silencio mientras se daban los primeros pasos para los diálogos de paz, las comisiones de intermediación y para que actuara el comisionado para la paz Manuel Camacho Solís.
Como prueba de buena voluntad, los zapatistas entregarían al exgobernador secuestrados.
Sería una jornada de más de 25 horas para adentrarnos a la selva y estar presentes en la entrega.
No había teléfonos celulares, no había comunicación para enviar la información, pero en medio de la Lacandona, un camión de Televisa se instaló en un llano.
Lentamente abrió sus puertas y desplegó una antena satelital desde donde transmitió en vivo el acontecimiento ante el malestar general de todos los reporteros presentes que teníamos la nota y no podíamos enviar nada.
– ¡Señores “camógrafos”!, gritaba un zapatista, apaguen eso o se los quitamos.
Pero los “camógrafos” no apagaron nada.
Aparecerían luego los zapatistas para las reuniones en la catedral de San Cristóbal de las Casas y especialmente uno, el subcomandante insurgente Marcos que tomó el control del movimiento.
Marcos dentro de la catedral no encabeza una singular rueda de prensa. La oficia.
Los reporteros se vuelven locos, las reporteras quieren foto con el hombre de la pipa y la boina de estrellas.
Todo le festejan y Marcos tiene comunicados para todo mundo.
San Cristóbal de las Casas está lleno. Llegan de todo el país comitivas para conocer la tierra de guerra, para traer alimentos para los indígenas y para prestarse a ser “escudos humanos” que rodeen la catedral durante el diálogo para proteger a los zapatistas.
El diálogo termina sin acuerdos y los zapatistas regresan a la selva… La primera parte de la novela estaba escrita.
Han pasado doce años de aquellos episodios violentos que sacudieron a México y tal vez el mayor de los éxitos del EZLN es seguir vigente.
Sin necesidad de disparar más balas, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional ha conseguido más en su lucha que en los doce días que duró el conflicto armado.
En este tiempo, intelectuales, políticos, escritores, extranjeros, han buscado al subcomandante Marcos para inmortalizarse ellos. Y para la foto.
Promovieron en su momento una serie de acuerdos en San Andrés Larráinzar para hacer reformas a las leyes que tienen que ver con los pueblos indígenas y se dieron el lujo de recorrer buena parte del país, encabezar conciertos, hablar en el Congreso de la Unión y aparecer en todos los medios del mundo.
En estos doce años, los zapatistas han desarrollado toda una serie de estrategias y armas mediáticas para seguir presentes en México y en la comunidad internacional.
Tienen al menos 20 páginas diferentes en internet y el sitio “oficial” de los zapatistas, www.ezln.org.mx, donde dan a conocer comunicados, fotografías y hasta videos “leídos” por carecer de cámaras para mostrarlos convencionalmente.
Es un sitio donde se puede tener acceso a la radioinsurgente, una señal que difunden “desde algún lugar del sureste” donde dan a conocer mensajes en varios idiomas y el subcomandante Marcos narra cuentos y programa música para “bailar y enamorar”.
En este tiempo, el territorio zapatista en Chiapas se ha extendido al grado que cuentan con 38 gobiernos autónomos conformados en juntas de buen gobierno.
En estos lugares, los zapatistas desconocen a las autoridades federales, estatales y municipales y conforman su propio gobierno. Rechazan los recursos federales y ellos mismos se proveen de lo que necesitan para atender a la población.
Ahora, en vísperas del proceso electoral federal de 2006, el EZLN se las ha arreglado para participar en el mismo, sin necesidad de partido, sin quitarse los pasamontañas y sin financiamiento oficial.
El subcomandante Marcos cambió el caballo por una motocicleta a la que bautizó como “Sombra luz” y se lanza a repetir el recorrido por una buena parte del país en la que llama “la otra campaña”.
Difícilmente habrá en México un candidato que tenga más arrastre que el ahora autodenominado “delegado Zero”. Decenas de medios de comunicación lo acompañarán en el recorrido y el EZLN demostrará que antes que grupo armado, es una extraordinaria estrategia mediática.
Por eso cuando veo hacia atrás y recuerdo el mes de enero de 1994 cuando me tocó la suerte de ser testigo de la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, no puedo menos que reconocer que quien diseñó su creación lo hizo precisamente tomando en cuenta aquello que tanto combaten:
La globalización que ha permitido que el zapatismo sea conocido ya en todo el mundo; los medios de comunicación tan satanizados por Marcos y tan usados por él mismo al grado que sin estos, el EZLN no existiría; el capitalismo, reflejado en la tecnología que Marcos requiere como computadoras, el internet y la radio misma.
Esto no quiere decir que el mensaje zapatista, las demandas indígenas y la pobreza que denuncian no sean verdaderos, sino que me parece que el escenario montado ha rebasado a los actores y hoy se han convertido en lo que tanto cuestionaron: en un “show” que es perfectamente explotado por los medios de comunicación porque representan raiting seguro.
El EZLN y el subcomandante Marcos todavía tienen cartel.
Si a eso le agregamos que consciente del impacto mediático que tiene, Marcos decidió cambiar el caballo por una motocicleta que se llama “Sombra luz” y con un letrero que dice: “Precaución, pingí¼ino a bordo”, pues entonces asegura los reflectores.
Más allá de los resultados que el EZLN pueda alcanzar con la otra campaña, el subcomandante o “delegado Zero” competirá por los reflectores con los candidatos a la presidencia y sin necesidad de estar en las boletas.
Lo hará porque los zapatistas cambiaron las armas por los medios de comunicación y es en esta batalla donde mejor se de-senvuelven ganando espacio sin disparar. Esta columna es la mejor prueba de ello.