Hay muchas formas de ser libres; algunas, incluso, pueden parecer descabelladas. Tres hombres mayores: Charlie, Tom y Boychuck, decidieron que la forma en que encontrarían su libertad sería lejos de todo contacto humano, en lo más profundo de un bosque al norte de Canadá.
Una vez establecidos en una cabaña, la vida de estos tres ermitaños se verá interrumpida por dos mujeres que, en distintos momentos, llegarán a la cabaña para cambiarlo todo, desbordando una serie de situaciones que permiten reflexionar sobre lo legítimo que es abandonar la ciudad para irse al bosque.
De esto trata Y llovieron pájaros, novela editada en francés en 2011 de la escritora y periodista canadiense Jocelyne Saucier. Después de haber sido traducida a quince idiomas, presentó su versión en español durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
En entrevista para númerocero, la autora explicó que el motivo por el que se inspiró en personajes de edades avanzadas deriva de su intención por redignificar esta etapa de la vida.
“En las películas y libros casi siempre hay una mirada triste sobre la vejez, se insiste mucho en lo que pierden y a mí me parece todo lo contrario: la vejez es una época en la que uno puede ser libre totalmente. Ahí no hay ambiciones, angustias o ansiedad sobre lo que se quiere ser. Es cuando todos los placeres de la vida tienen más importancia”.
Sin embargo, el hecho de mostrar cómo alguien decide tener una forma de vida alternativa, como la de ermitaño, cuando se rebasan los sesenta años, fue un resultado al que llegó mientras plasmaba la historia.
“Yo no pensaba escribir sobre la vejez, mis personajes han envejecidos sin yo saberlo. Cuando empecé con esta novela lo iba a hacer sobre las personas que desaparecen. Como vivo en una zona boscosa, decidí que los desaparecidos tendrían que hacerlo en el bosque. Me di cuenta que los personajes eran viejos y a mí, al estar a punto de serlo también, me ayudó a ver la vida de otra manera”.
Esta novela ha tenido una gran aceptación en diversas latitudes del mundo, por lo que la escritora se entusiasma de sólo pensar que los escenarios que plasmó en la obra podrán ser vistos desde la mirada de algún hispanohablante que viva en sitios con climas totalmente distintos.
“Me encanta pensar que mi libro será leído por personas en otras partes, mi historia de nieve y bosque será vista mediante un prisma multicultural. Es la magia de las obras artísticas, que conectan con otros seres humanos; esa es la humanidad de los libros”.
Anticipa que esta historia será un parteaguas para hacer novelas con finales que no sean sumamente dramáticos, pues, afirma, “termina bien, sin terminar del todo bien, así como la vida misma.