Las elecciones son nuestras elecciones

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    Parlamentar, conversar, dialogar, discutir para llegar a acuerdos y desde luego, respetarlos, es la mejor manera que tiene el ser humano de dar cause a la enorme variedad de opiniones, reclamos, propuestas y realización de acciones colectivas que definen el presente y diseñan el futuro. La vida parlamentaria es la forma de dirimir las diferencias, convivir con esas diferencias, acordar sin anular los puntos de vista del otro, de los otros.
    Las maneras en que organizamos nuestra vida para conversar pueden ser diversas: con un enorme arraigo y desarrollo en la sociedad (la familia, la escuela, los espacios laborales, las organizaciones sociales, los partidos políticos, los órganos de gobierno, etcétera) o limitadas: sin tradición, en construcción, con una charla que apenas permite intercambiar puntos de vista.
    Pero lo que sí está claro es que por su propia naturaleza, una vida parlamentaria no es autoritaria, no impone, sino que busca el convencimiento, disuadir con argumentos.
    Parlamentar, desde el punto de vista institucional, es hablar en representación, de manera que son necesarios mecanismos especiales, como las leyes y reglamentos, y espacios o recintos para que esto se dé en forma ordenada y democrática, sobre todo si están a discusión los intereses de un país, en este caso, México. Ahí tenemos el Congreso de la Unión, conformado por sus cámaras de Diputados y de Senadores; el Congreso del Estado, y los cabildos de ayuntamiento, en los que los regidores tratan asuntos municipales. Esos espacios también se hallan en las universidades –consejos universitarios– y en las organizaciones sociales, por ejemplo en los sindicatos que consideran asambleas plenarias.
    Todas esas representaciones y sus mecanismos de acción deben ser perfeccionados de manera continua, algo que solo puede efectuarse en la medida en que la mayor cantidad de interesados se involucren y participen. Nadie con una verdadera intención de diálogo y vocación para encontrar soluciones comunes estaría pensando en no concederles la importancia que tienen tan solo porque no han alcanzado el nivel de desarrollo parlamentario deseable.
    Por eso, en un año en que en nuestro país y en Jalisco se habrán de elegir parlamentarios, tanto del nivel federal como estatal, planillas municipales y presidente de la república, es importante que todos, incluidos quienes aún no están en edad de votar, nos involucremos y contribuyamos a la generación de una cultura del diálogo y el acuerdo.
    Ya veremos que cada vez sabremos hacerlo mejor y con mejores instrumentos, que no debemos dejar la actividad parlamentaria solo a los especialistas, la llamada clase política, y sobre todo, que debemos acudir a nuestras sesiones parlamentarias, para estar al pendiente de lo que se discute y acuerda para beneficio de la población.
    Los procesos electorales son de nuestra competencia y por eso las elecciones del 2 de julio de 2006 son nuestras elecciones.

    *Secretario del Trabajo.
    salazar@sutudeg.org

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