Las imparables hormigas

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Las hormigas son el mejor ejemplo de que los seres humanos en el mundo no somos para nada los reyes de la creación. En el universo que sólo puede ser visto por el microscopio, hay existencias vivas y superiores a los seres humanos, las que demuestran lo antes dicho, enfatizó la doctora Lynn Margulis, que era lo suficientemente sabia como para sentar las bases de la biología moderna, con su teoría de la endosimbiosis seriada (1967). Tuvimos la fortuna de escucharla en una de sus visitas a la Feria Internacional del Libro, invitada por la Universidad de Guadalajara.
Las hormigas pueden estar en el suelo, sobre una planta, en el fregadero de la cocina, en alacenas, en techos de madera, en todas partes. Desde hace aproximadamente 100 millones de años viven el planeta y andan, una tras otra, en un orden increíble. No se amilanan ante ningún obstáculo natural o artificial que encuentren en su camino y marchan con su cargamento, que puede ser su comida o la de otras u objetos que no se sabe para qué trasladan.
Son imparables, a pesar de las glaciaciones, la extinción de los dinosaurios, los cambios climáticos y los gobiernos incapaces. Persistieron y hoy son 9,500 especies distintas (se estima que aún queda el doble de especies por descubrir), y esas especies son clasificadas en una sola familia: la Formicidae, del orden de los Hymenópteros.
Como especie, las hormigas son un éxito: se expanden desde el ecuador, casi hasta los polos.
Los estudiosos de estos insectos encuentran que su éxito de sobrevivencia tal vez se deba a su organización social. Por ejemplo, las generaciones se superponen en el tiempo, siempre hay huevos, juveniles y adultos, existe división del trabajo y las crías son cuidadas por los adultos.
Existe en sus colonias la división del trabajo. La misma con la que la raza humana logró la era industrial, y si los adultos no protegieran a la siguiente generación, ¿quién ocuparía los puestos de trabajo necesarios para subsistir?
Las hormigas obreras son del género femenino, y la reina o reinas son literalmente unas máquinas de producir huevos; los machos son pocos y sirven para aparearse en un, dice Margulis, romántico vuelo nupcial. Sin embargo, la idea de que el poder está en la reina, fue desafiada por algunos estudiosos en los noventa, cuando una parte de ellos señalaron que el poder está en las obreras, ya que ellas son numerosísimas y mantienen la colonia en marcha y en funcionamiento por sus interacciones.
La vida de la reina dura muchos años y en la mayoría de los casos la colonia muere si ella desaparece. La vida de las obreras va de unos pocos meses a uno o dos años. La de los machos, de unas horas a pocos días. Por eso son escasos.
La reina no interviene directamente en la vida de la comunidad. Las obreras son las que buscan el alimento, construyen el nido, lo arreglan cuando se rompe. Cuando son jóvenes limpian el nido, sacan la basura. Aún existen las teorías de cómo logran su coordinación: filas tan ordenadas caminando, cómo se anticipan a los problemas ambientales.
Se sabe hasta ahora que para las tareas coordinadas, se comunican mediante mensajes químicos, ya que son como bolsas químicas ambulantes que secretan sustancias al exterior de su cuerpo y producen feronomas, cuyos diferentes olores son interpretados por sus compañeras.
Las hormigas han probado que conocen la mutualidad, es decir, son capaces de proteger a una planta y no ingerirla si las beneficia. Por ejemplo: puede ser su casa, a la cual entran y casi no salen de ésta, porque encuentran néctar extrafloral o granos alimenticios en tallos, peciolos y hojas. Con esta “oferta” de casa y comida, la planta se asegura el patrullaje de las hormigas sobre su superficie.
Hace 20 años se observa el papel protector de las hormigas sobre algunas plantas. Las defienden removiendo los huevos de los insectos herbívoros. Otra manifestación es cuando una planta vecina, pero ajena, produce sombra sobre la planta que les sirve de casa. Las hormigas remueven a las plantas competidoras, cortándolas con sus mandíbulas o secretando sustancias herbicidas específicas. Esa es una parte de la historia de las imparables hormigas.

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