La vida cotidiana de los habitantes del barrio de Santa Teresita, en Guadalajara, durante los años setenta, sus mentalidades, contradicciones, así como sus fiestas religiosas y profanas, además de la riqueza de su gastronomía son los temas tratados en la nueva obra del escritor y académico de la Universidad de Guadalajara Marco Aurelio Larios.
Barrio Santa Tere. Retrato de un adolescente engloba dos historias principales: la de Marco A., un niño que cursa sexto grado en la Escuela Parroquial, un tanto tímido y amante de la lectura, y la de su mejor amigo Lancaster. Ambas confluyen con las anécdotas de distintos personajes: Alfredo Ramírez y su prima; Yamina, Rosalinda, Margarita “La Paletera”, Martina y Roberto Diez.
Estos personajes experimentan el paso de la niñez a la adolescencia, el despertar de la sexualidad en un ambiente dominado por la moral católica que trata de reprimirlos. Experimentan la culpa, pero también el placer, el amor, la ilusión y decepción.
De manera paralela, Miguelón, un indigente, aficionado a la bebida, narra sus vivencias a quienes estén dispuestos a escucharlo.
La moral del barrio es guiada por el padre cristero Román Romo, hermano del mártir Santo Toribio Romo, y personaje histórico, fundador de la parroquia de Santa Teresita, en 1933, de la que fue párroco hasta 1981.
La vida del barrio en la novela, la cual se apega a la realidad de los años setenta, oscila entre el fervor religioso, marcado por las misas y el rezo del rosario, la fiesta y la violencia ejercida por las pandillas.
El autor decidió escribir la obra sumando pequeños relatos y anécdotas de los personajes. Son cuentos y crónicas independientes que tejen el entramado de la historia y las cuales pueden leerse en desorden, sin que por ello el lector pierda la ilación. Es notable la influencia que ejerció en Marco Aurelio Larios, en cuanto a estructura, las novelas Pedro Páramo, de Juan Rulfo y Noticias del Imperio, de Fernando del Paso, y el autor hace también guiños a El filo del agua, de Agustín Yáñez.
La novela Barrio Santa Tere. Retrato de un adolescente, fue publicada bajo el sello de Rayuela diseño Editorial y se presenta hoy lunes 26 de noviembre, a las 20:00 horas en Casa Clavijero.
¿Por qué eligió esta estructura rulfiana, en lugar de ser una novela lineal?
Si mi novela fuera leída como guión cinematográfico sería una película. Nombré a mis capítulos con números, pero si hubiera escrito indicaciones como “exterior, día, templo Santa Teresita”, se vería que es así.
¿Es el barrio de Santa Tere, el espacio en donde se desarrolla la obra, el gran personaje principal?
No soy partidario de decir que el espacio es el gran personaje de la novela, porque considero como tales a los que son imágenes del hombre. Santa Teresita es el gran escenario. En teoría literaria decimos que hay una cronotopía cuando los acontecimientos de los personajes corresponden a su espacio y están muy unidos a tal punto que da la impresión de que el gran personaje es el barrio. Sí puedo decir, en una frase absoluta, que mi novela es la gran cronotopía del barrio de Santa Teresita.
¿Se considera, desde el punto de vista literario, un hijo de Pedro Paramo?
Claro, por su puesto, y de Noticias del Imperio, que fue objeto de estudio en mi tesis doctoral. Si me preguntaran cómo se hace una novela, yo recomendaría leer Noticias del Imperio.
¿Qué retoma de Agustín Yáñez?
De Yáñez retomo una visión del barrio como si fuera un pueblo, a semejanza de Al filo del agua, que considero la novela más católica de México, y no porque promueva esa religión, sino porque el bagaje cultural del pueblo se sustenta en el cristianismo católico. Los eventos que narra esta novela ocurren en festividades religiosas. En mi novela, el barrio de Santa Tere, que fue fundado por gente de los Altos de Jalisco —y es también de simiente ultra católica, además de cristera—, a la manera de Yáñez la religión da sentido a la existencia de los vecinos, los motivos para vivir y actuar, ya sea conforme a sus enseñanzas o al margen de la mismas, como pecadores.
Percibo una doble moral en los personajes.
Sí, mis personajes viven esa doble moral que oscila entre el pecado y el arrepentimiento, y de éste al pecado nuevamente, y esas actitudes son muy tapatías por ser muy católicas.
¿El personaje Marco A. es su alter ego?
Los escritores siempre arropan a sus personajes con su propia experiencia de vida. Eso no significa que sean necesariamente el alter ego del escritor, ni que sean portadores de sus ideas, ni que les suceda lo mismo que a uno. Marco A. es un juego como de provocación. Muchos piensan que la novela es mi autobiografía.
Marco A. vive en Santa Tere desde pequeño, al igual que usted, perfila para ser escritor, como usted lo es…
Claro, el personaje está arropado por mí. Marco A., como yo, era un poco tímido, y era también tartamudo. En mi niñez esas fueron dos de mis características, y a ambos nos gusta leer.
A uno como lector le da la sensación de que todo lo que narra usted fue real, ¿hasta qué punto sucedió lo narrado?
La realidad se acomoda en la ficción. No hay una voluntad testimonial o documental sobre aquella época. Todo es una visión mía sobre recuerdos que ordeno, arreglo, y además doy fundamento a los personajes. Algunos son inspirados en personas, como Alfredo Ramírez, quien es amigo mío, otros los conocí, pero les cambié el nombre, y otros son de mi mera invención.
Cuénteme la historia detrás de la novela…
Desde pequeño inventaba cuentos, pero no sabía lo que hacía, era sólo por diversión cuando tenía nueve o diez años. Después, cuando tenía trece años compré Los miserables de Victor Hugo, y lo leí en el verano de 1973. Cuando terminé, deseé ser escritor.