Nietzsche en La genealogía de la moral, describió el desarrollo y el triunfo de la moral de los esclavos sobre la moral aristocrática, dando como resultado el establecimiento de los valores judeocristianos (virtudes de esclavos). Lipovetsky en El crepúsculo del deber describió el desligamiento de la moral de sus fines religiosos; esto es, el establecimiento de los deberes laicos (los deberes cívicos) inherentes a la moral posmoderna. Así, la voluntad ya no es medio para la redención, es un fin en sí misma.
Actualmente la moral judeocristiana y los deberes laicos se han diversificado, impregnando muchos aspectos que abarcan desde la vida cotidiana hasta la contracultura y las profesiones, el resultado, una moral matizada y en ocasiones light, pero igualmente embrutecedora;Â el Opus Dei, el movimiento Straight Edge (retorno a los ideales ascéticos), La teología de la liberación, electro-hippies, ecologistas (humanización de la naturaleza), profesionistas con discurso demagógico (culto al deber cívico), mujercitas emotivas denunciando la pérdida de los valores como causa de la miseria (“moralización” de los fenómenos), y otros.
No deja de sorprender como es que habiendo tantas formas de anestesiar la miseria, la gente sigue eligiendo la moral, tal vez la gente sabe que anulando sus convicciones morales sólo queda la existencia, pura, concreta y generalmente miserable. Pero… “¿Para qué embriagarse con ilusiones morales. Cuando existen ilusiones más bellas aún?”, Cioran dixit.