Llega el último mes del año, y diciembre trae consigo una serie de cierres de ciclos: que si el fin de año, que si el fin de sexenio, que si el fin de un partido en el poder, vamos hasta para algunos el ¡fin del mundo! Bah.
Naturalmente el cierre de un ciclo culmina donde el siguiente, parecido o no, comienza, y este inicio trae consigo restructuraciones, reflexiones y, claro, discusiones, que si la transición, que si el presupuesto —para unos— bendito y adictivo y bastantes etcéteras.
Afortunadamente Guadalajara, como reflejo del trabajo de sus organizadores, ofrece un espacio que, para algunos, desafortunadamente no todos, viene a tomar la figura de un oasis, un lugar donde la imaginación, la esperanza, la juventud y la experiencia y muchas cosas más convergen “víctimas” voluntarias e involuntarias de el fascinante mundo de la lectura, en la ciudad la feria internacional del libro se respira, se siente ese gran alivio, ese esperanzador deseo de invitar y hasta influenciar a los no lectores a leer.
Valga la analogía, la FIL viene a ser nuestro buen fin, enhorabuena lectores ¡disfruten! Enhorabuena organizadores ¡enorgullézcanse!