LLEGANDO DE DONDE LLEGUES, NO TERMINAS NUNCA DE LLEGAR,
te ha traído la lluvia hasta mi cuarto de estudiante
y como para descansarme los ojos: sonríes.
Dejas caer el peso de la ropa humedecida
y disipando amargas sensaciones,
te desnudas la flor salvaje que madura intensa en el aire.
Igual que la lluvia,
me avanzas diversa de piel por el olfato
y porque llegas de tan lejos
transparente es esa línea de agua que me ofreces.
¿De dónde llegas diabla del cielo
que ya tengo los ojos azules de tanto mirarte?
Diabla del río,
tus pechos son la dirección del viento,
afuera que los llevas contra el frío,
quién te construye ese frío
que endurece tus pezones, sino las manos,
la lengua filosa donde cortas la respiración y el tiempo.
La calzada divide a la ciudad como un presentimiento
de que todo se aleja,
nosotros hemos caminado de un lado al otro lado de la calle
para estar hoy bajo techo conocido
ya sin esperar a que pase y llegue y te vistas…
Tan tibia te siento entre sábanas dormida
que apago el incienso para que nada te toque.
y tu sonrisa entonces
es apenas memoria del temporal pasado.
La piel empieza en las manos.
Así reposo,
bajo la sombra de una mujer calma
que da significado a todo el frío de las lluvias.
Luis Fernando Ortega
Selección: Filemón Hernández