Naipaul el no estilo la levedad

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Vidiadhar Surajprasad Naipaul nació en Trinidad, en l932, entonces colonia inglesa; hizo estudios en Oxford, ha escrito novelas, mereció el Nobel de literatura y vive en Inglaterra. Hasta ahí podría dejarse. Pero “aunque basta el espacio de una lápida para contener la versión abreviada de la vida de un hombre, los detalles siempre se agradecen” (Nabokov): descendiente de una familia india de campesinos que llegó a la isla a finales del siglo XIX como fuerza de trabajo a una plantación de caña de azúcar; muerto el abuelo, su padre dejó el campo, fue aprendiz de pandit, ayudante de chofer, rotulista, comerciante de víveres y reportero.
Para estudiar las primeras letras, Naipaul debió trasladarse desde rancherías lejanas a los centros de población. Él y sus numerosos primos iban en el transporte público o en el viejo carro que la familia había adquirido para acercar alimentos.
Asistía con especial interés al único cine de la ciudad, donde vio las películas norteamericanas e inglesas de la época, que le dejaron huella imborrable. Humprey Bogart, uno de los personajes más entrañables de su primer libro, fue inspirado en el protagonista del filme Casablanca, muy popular en los 40.
Más que con el anhelo de estudiar en una universidad de prestigio, había salido de Trinidad con la decisión de abandonar un medio carente de atractivo para sus inquietudes intelectuales. Días y noches dedicaba a la redacción de su primera novela. En momentos lo invadía un exaltado optimismo, excesiva confianza en su talento e incluso un cierto descaro no exento de ironía hacia su trabajo de escritor; en una carta que escribió a su padre en ese año, resaltaba: “He enviado un relato a Swanzy, mira, como lo acepten, voy a seguir escribiendo como quien hace salchichas.”
El padre le recordaba que la escritura no es cosa de un día: “Tienes que continuar a toda costa con tu novela. Se tarda años en llegar, por muy bueno que se sea, y empiezas joven. Supone una gran ventaja. Lee a Conrad por la intensidad de la expresión, pero sobre todo sé tú mismo.”
Tres años invirtió en la escritura de la que sería su primera obra maestra: Una casa para el señor Biswas. En sus páginas nos la vemos por primera vez con el estilo Naipaul: carente de tremendismos, giros novedosos, adornos innecesarios, cultismos, metáforas gratuitas, adjetivación errátil; estilo no ostensible, estilo sin estilo. Mediante una prosa bien balanceada logra una obra con tal multiplicidad de voces, sólida arquitectura y genuino encanto narrativo, que se ha significado como una de las más perfectas en lengua inglesa, y lo más sorprendente: cuando el escritor no cumplía aún los 30 años.
Invitado por la Universidad de Makerere, una institución que pocas personalidades aceptaban visitar, había llegado a Uganda. Desde mucho tiempo atrás no se veía un escritor famoso, como ya entonces lo era Naipaul. Para propiciar se le recibiese con deseos de atenderle, previo a su arribo generó la suficiente expectación.
Agradecido por su tiempo y orientación en aquel medio para él desconocido, aceptó leer lo que escribía Paul Theroux: “No lo hermosees. La mejor literatura es una visión perturbadora ofrecida desde una posición de fuerza; debes aspirar a eso. Y cuenta la verdad”, aconsejaba.
Durante el lento proceso de escritura y reescritura a mano acababa por saber de memoria casi toda su obra. Capaz de recitar páginas y capítulos de sus novelas y relatos, incluso con la puntuación exacta, cada signo puesto en sus escritos era cuidadosamente elegido. Ponía un adjetivo sólo luego de medir su impacto, significado y efectos en la frase, así como en las frases previas y siguientes.
Con frecuencia actuaba como luego escribía que lo hacían sus personajes. Era una manera de probarlos en la vida real para observar si se conducían con naturalidad. Desarrolló una expresión no ostensible, discreta, lo que no supone que dejase crecer el texto sin estricta vigilancia de su evolución, pues está convencido de que la buena escritura se logra con trabajo: “Cuando te viene con facilidad, tíralo a la basura. No puede ser bueno […] en toda obra literaria debe haber un elemento que refleje la lucha por la vida.”
¿De dónde sale vida?, ¿qué autores le marcaron? En sus primeros libros pueden rastrearse influencias de Dickens y Chéjov, como se deja escrito. Pero salvo las de su padre, que acepta sin regateos, Naipaul no reconoce influencias. Habla de su escritura en términos solemnes y es de la opinión que nunca antes nadie ha escrito como él. Su persona posee cualidades, mas la modestia no es una de ellas. Sin embargo, lo original de su trabajo, lo novedoso de su procedimiento, la obsesión perfeccionista que en él se respira, son atributos que superan con mucho sus inmodestias, exageraciones respecto a tantos temas, mezquindades.
Hay autores indispensables para dar forma a una tradición, artistas que por su actitud radical frente al arte son considerados de culto; otros hay que sin esa actitud contestataria y visible se concentran en su actividad creativa, trabajan sin concesiones el lenguaje, y llegan a significar mucho para el desarrollo de la lengua en que escriben.
El autor pertenece a esta última estirpe.

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