Orhan Pamuk

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“Mi religión es la literatura”, dijo el escritor turco Premio Nobel de Literatura 2006 Orhan Pamuk durante la conferencia de apertura del Salón literario. El espacio, uno de los más importantes en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara sirvió para que el autor hiciera una especie de declaración de amor acerca de la escritura.

Como si quisiera anticipar a lo que el público o los periodistas pudieran cuestionarle en esta larga charla de casi dos horas, Pamuk afirmó que una de las preguntas más frecuentes que le formulan es la razón que lo llevó a ser escritor. Luego se aventuró a dar una respuesta que conjuga muchas posibles.

“Escribo porque tengo una necesidad innata de escribir, porque no puedo hacer un trabajo normal como otras personas, porque quiero leer libros como los que yo escribo, y porque estoy enojado. Porque me encanta escribir todo el día, porque sólo puedo participar en la vida real cambiándola, porque quiero que todos sepan que tipo de vida llevamos en Estambul, Turquía y porque amo el olor del papel y la tinta”, expresó.

Y agregó aún más: “Escribo porque me gusta que me lean, porque todos esperan que lo haga, porque tengo la creencia infantil en la inmortalidad de las bibliotecas y la manera que mis libros están asentados en un anaque; porque es divertido convertir la belleza y las maravilla de la vida en palabras. Porque deseo escapar de mi sueño de que existe un lugar al que tengo que ir, pero no logro llegar  ahí, y porque quiero ser feliz”.

El autor de libros como Me llamo rojo y la autobiográfica Estambul recordó que este año celebra cuarenta años de dedicarse a la literatura, una actividad que inició luego de dejar la pintura porque no lo satisfacía del todo.

En sus primeros años como escritos los autores del  llamado “boom latinoamericano” como Jorge Luis Borges, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes  fueron fundamentales para consolidar la temática “provincial” que lo llevó a ser reconocido en el mundo.

“Estas influencias son muy importantes para mí porque cuando el boom latinoamericano inició yo apenas iniciaba como autor y me sentía totalmente provincial, fuera del centro y me ayudó a decirme a mí mismo que podría haber un boom literario musulmán, si ellos pudieron hacerlo”, expresó.

Las novelas clásicas de este movimiento literario latinoamericano contribuyeron también a aclarar la crisis de identidad que el narrador tuvo después de conocer más de cerca el arte y la cultura occidental tras un viaje a Estados Unidos.

“Cuando visité Estados Unidos en 1983, tuvo una crisis de identidad porque empecé a ir a películas y museos y vi la riqueza de la cultura  me pregunté qué es esto de ser turco y tuve que inventarlo y el boom latinoamericano más Italo Calvino y Borges me ayudaron con eso”, contó.

Borges en especial fue quien le enseñó a “tratar la literatura antigua como una especie de metafísica” y a “ver la literatura mística islámica clásica como una especie de riqueza” que le ayudó a dejar a un lado el contenido religioso y usarlas de una manera posmoderna.

“Eso está en el corazón de mi literatura y eso lo aprendí con Borges y de Ítalo Calvino”, dos de los más escritores de los que aprendió “la acrobacia” de las palabras, dijo Pamuk.

Al término de la charla, la viuda del escritor Carlos Fuentes, Silvia Lemus  impuso a Pamuk la medalla que lleva el nombre del autor mexicano en presencia de Raúl Padilla López, presidente de la FIL y del Rector General de la Universidad de Guadalajara, Miguel Ángel Navarro Navarro.

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