“Yo no soy Palinuro, es lo que quise ser, lo que pude llegar a ser”. Con esa frase, Fernando del Paso caviló sobre su novela, una de las más emblemáticas de la literatura mexicana y sobre la cual escritores, académicos y estudiantes charlaron en el coloquio “Palinuro de México, a 50 años del 68. Reflexiones de la obra de Fernando del Paso”.
“El libro es una autobiografía de mentiras, de mentiras con algunos cuentos. Es lo que yo fui, lo que quise ser, lo que los demás querían que fuera y lo que pude ser también. Es una autobiografía en varios tiempos, positivos y negativos”, explicó Del Paso en un breve mensaje, durante la inauguración del coloquio el pasado lunes 3 de septiembre.
El objetivo del encuentro fue difundir la obra de este escritor mexicano, y fomentar entre los estudiantes de la Universidad de Guadalajara el espíritu humanista y el pensamiento crítico, la lectura y la escritura, señaló Carmen Villoro, directora de la Cátedra de Arte, Poética y Literatura Fernando del Paso, coorganizadora de esta serie de actividades junto con el Programa Universitario de Fomento a la Lectura “Letras para Volar” y el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).
Del Paso se dijo contento de reflexionar sobre esta obra a cincuenta años de su publicación. Fiel a su sentido del humor, afirmó: “Con los elogios me chiveo bastante”.
Y sobre la complicada situación política que se vivía en 1968 en México, misma que Fernando del Paso vivió a la distancia, señaló: “Yo sufrí mucho en el 68, me asusté mucho”.
Novela guiada por lo dinámico de lo exhaustivo
Al dictar la conferencia magistral de inauguración del coloquio, el escritor Juan Villoro celebró que el acto se realizara en el auditorio Salvador Allende, expresidente chileno, donde éste pronunció uno de sus discursos más célebres, precisamente sobre la juventud.
“Fernando del Paso escribió mucho periodismo cultural y estuvo muy atento a lo que ocurría en Chile, y escribió páginas luminosas para mi generación. Este homenaje a Fernando del Paso en este auditorio es un extraordinario acto de justicia poética y política”, declaró.
Sobre Palinuro de México, Villoro explicó que consuma la máxima sentencia de Stendhal, quien concibió a la novela como “un espejo que se pasea a lo largo de un camino”.
“Esa frase es símbolo y resumen de lo que Del Paso está contando, el espejo capta la realidad y también la transfigura con luces y sombras, demostrando que tiene vida propia. Esta segunda naturaleza es demasiado intensa para pasar inadvertida”, resaltó.
“En Palinuro tenemos una novela guiada por lo dinámico de lo exhaustivo —agregó Villoro—. Donde un tema brota sólo si es agotado. Ese copioso territorio tiene un escenario recurrente: la plaza de los Dominicos, donde construyeron el Palacio de la Inquisición y que más tarde sería sede de la Facultad de Medicina, y donde el poeta Manuel Acuña encontraría la manera de morir de amor. Ahí vive Palinuro. Estudiante con poca pasión para las aulas y mucha pasión para el cuerpo”.