A diario millones de personas utilizamos el “flamante” servicio de transporte público, en el que cada día surgen nuevas anécdotas para contar, sustos que narrar y retos que enfrentar cuando abordamos cualquiera de las unidades del Sistecozome o la Alianza de Camioneros. Porque realmente se está en peligro de fallecer cuando uno utiliza el transporte público. El otro día, por ejemplo, al dirigirme al Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, donde estudio, vi que un chofer de la ruta 615 que circulaba por la avenida Gigantes hacia el centro de la cuidad, le gritaba cruelmente a una señora de edad madura para que se bajara rápido de la unidad, porque él llevaba prisa.
Como el camión estaba saturado de pasajeros, la señora a empujones logró poner apenas un pie en el suelo de la calle. El camión, ya en marcha, cerró sus puertas, atrapando un brazo y un pie de la señora, quien gritaba fuertemente para que se detuviera la unidad. El chofer, con coraje, se detuvo, y ni siquiera preguntó a la mujer si se encontraba bien.
Como usuarios de este medio de transporte, verdaderamente tenemos que ser muy pacientes para llegar hasta nuestro destino, pues el servicio que brindan es francamente deplorable y lento, en el sentido de que los choferes realizan un número excesivo de paradas, además de que el pasajero se ve obligado a maniobrar para agarrarse de los altos barandales del camión, porque el “amable” conductor va a exceso de velocidad.
Se necesita valentía cuando utilizamos este medio de transporte, porque los que empleamos transvales, los entregamos con miedo a los conductores de las unidades, ya que a ellos no les interesa aceptarlos y, de una manera déspota y nada amable, los rechazan casi en la cara de los estudiantes y ancianos. ¿Será que ellos nunca estudiaron o no tienen hijos estudiantes o ancianos en su familia? ¿No debería el transporte público proporcionar seguridad al pasajero, además de brindarle cómodos asientos para que llegue sano y salvo hasta su destino a cambio de una tarifa?
Creo que a los camioneros se les debería pedir como requisito mínimo aprobar un curso de civismo y ética, y otro de manejo, porque las consecuencias pueden ser muchas e incluso fatales.