Pensar distinto

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    El antropólogo social Aarón Zazueta visitó el Centro Universitario de Tonalá para informar a los académicos y los matriculados en derecho, administración y de los posgrados en ingeniería del agua y la energía, sobre los logros obtenidos en la conservación de áreas naturales protegidas alrededor del mundo, gracias a los apoyos económicos reunidos en el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF).

    Zazueta dirigió durante 10 años un equipo multidisciplinario encargado de evaluar cuánto y cómo han ayudado las aportaciones financieras que el Fondo distribuye desde 1992 entre entidades medioambientales y encargados de proyectos de conservación de áreas protegidas —mayormente territoriales y algunas marítimas” de países en desarrollo. En el periodo a evaluar, el GEF distribuyó 3.4 mil millones de dólares entre las oficinas medioambientales de 137 naciones y comprometió 12 mil millones de dólares en 618 proyectos en formato de cofinanciamiento.

    Destacó que México ha sido desde siempre uno de los mayores receptores de estos estímulos por el compromiso mostrado por el país en lo relacionado a la creación de áreas protegidas “lo que se afianzó desde 1995” y a la biodiversidad de su territorio.

    “México tiene las bases para un sistema de áreas protegidas bastante robusto y la capacidad científica para hacerlo. Es importante contar con el apoyo del gobierno, pero también en los últimos 12 años ha habido un crecimiento de conciencia en México sobre los aspectos ambientales. México ha sido líder en el análisis del cambio climático y la biodiversidad”, explicó Zazueta en entrevista.

    La evaluación integró diversos instrumentos metodológicos, como análisis de big data, investigación de campo en siete países, entre éstos México, e implementación de técnicas de las ciencias naturales y sociales.

    La oficina a cargo de Zazueta encontró con que debía llenar vacíos de información sobre los resultados obtenidos entre 1992 y 2002, cuando el antropólogo se sumó al GEF. Además, hacer una revisión que atendiera tanto los factores humanos como los propiamente ambientales desde entonces hasta esta década.

    Los resultados a grandes rasgos son: las áreas protegidas que han sido beneficiadas con estos financiamientos y en las que, además, se goza de buena gobernabilidad; un buen manejo de estas zonas y el involucramiento de las comunidades que en ellas habitan y desarrollan actividades económicas han visto menos pérdidas de áreas boscosas; tendencias positivas en la vida silvestre y mejoras en la economía familiar de los habitantes.

    Ahora que México ha hecho compromisos para la elaboración de políticas en respuesta al cambio climático, dijo Zazueta en entrevista, las universidades deben estar formando cuadros de profesionales que analicen todas las variables de las evaluaciones que habrán de desarrollarse.

    “Evaluaciones como ésta se tendrán que hacer para revisar las políticas de cambio climático en México. Deben abordarse desde diferentes rutas, métodos y disciplinas”.

    Las sociedades del futuro plantean, además, nuevos temas que los alumnos de diversas ciencias deben estarse planteando desde ahora. Uno de éstos es el crecimiento de las megaciudades.  “Ese es un tema que va a marcar muchas limitantes y va a ser un sifón de recursos que hay que saber manejar. El otro es el calentamiento global, pero más que su mitigación es la adaptación: hay que aprender a adaptarse, hay que empezar a hacer investigación sobre diferentes formas de cultivar alimentos. Hay que pensar distinto”.

    Los universitarios deben estarse preparando para dar respuestas a las sociedades sobre cómo prevenir y responder a más desastres naturales que están por suceder.

    México tiene el desafío de afrontar sin tantos sobresaltos la transición de la energía basada en el petróleo a una basada en fuentes renovables. “Ahora es una época difícil, por la cuestión de los mercados, pero esto pasará y hay que tener una visión a largo plazo”.

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