Pintar al vuelo

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    Para besar, maldecir, chupar, beber, para callar, pero también para crear… para pintar. La boca tiene diferentes modalidades de uso y Saúl Herrera de cada movimiento de sus labios obtiene arte.
    Frente al lienzo mueve los labios minuciosamente. Son como los dedos que le ayudan en el trazo. Sus dientes constituyen la fuerza para detener el pincel.
    Desde hace siete años descubrió que aparte de poder hablar, comer y besar, en su boca había potencial artístico. Su cuerpo y manos se paralizaron después de un accidente, pero al superar el duelo de perder parte de su movilidad, le dio la bienvenida a su talento artístico.
    En la pared de su taller resaltan distintos cuadros. Un tigre radiante color naranja y amarillo; una réplica de los Alcatraces del muralista Diego Rivera. Entre todos, resaltan dos cuadros diferentes de caballos. En uno, el caballo es abrazado por una niña y en otro el caballo descansa en una pradera. Los equinos son tema recurrente en su obra, porque si no hubiera sido por un animal como éste, quizá jamás habría pintado.
    Hace siete años trabajaba como técnico en combustión interna, en el área automotriz. En su camino se cruzó un caballo que estaba suelto en la carretera. Narra lo sucedido sin dramatismo. Lo hace pausado. El impacto inmovilizó su cuerpo. Su columna vertebral quedó paralizada. Sus manos, que requieren movimiento, también lo perdieron. Un año duró el duelo. Después el pincel fue parte de la rehabilitación.
    A la entrada del taller hay un símbolo de las personas con discapacidad y una rampa. Al abrir la puerta huele a thinner y a óleo. No es una persona con discapacidad en cama. Saúl se mueve de un espacio a otro, aunque sus manos están empuñadas e inmóviles. Oprime el control de su silla de ruedas eléctrica para desplazarse.
    Su familia y su pareja le ayudan a armar el vestidor, colocar pintura sobre la paleta y ponerle el pincel en la boca. Sus primeros trazos no eran exactos: “Era algo difícil y más porque ahorita mi cuello tiene fortaleza, pero al principio no. Los trazos no eran buenos”. Su boca ya no tiembla, al grado de que es capaz de pintar perfectamente la pupila de un diminuto ojo.
    Sus maestros fueron Sony Berman, Juan Luis Valadez, Armando Gálvez Fraustro. Continúa recibiendo clases en el Instituto Cultural Cabañas.
    En diferentes botes reposan los pinceles que tienen una adecuación. Miden en promedio 40 centímetros y en la punta un trozo de manguera flexible y cinta para sujetarlos con la boca, sin lastimarse los dientes.
    Su diagnóstico: cuadriplejia. “No había tenido acercamiento con la discapacidad, hasta que la viví. Hay que sensibilizarnos, ya que todos estamos expuestos en cualquier lugar y circunstancias, a tener un accidente y sufrir una discapacidad”.
    Sus pinturas las ha expuesto en diferentes escenarios locales y nacionales, pero sobre todo en Suiza, lugar donde está la sede de la Asociación de Artistas que Pintan con la Boca y con el Pie, a la que él pertenece y que en el mundo cuenta con 700 integrantes. En México hay 45 y en Jalisco 12. Esta asociación la fundó, en 1952, un alemán, Arnulf Stegman, quien tenía secuelas de poliomielitis.
    En la página web de esta asociación dejan claro el objetivo: “Los artistas asociados rehúsan la caridad, prefiriendo ganarse el respeto propio, compitiendo en términos iguales con artistas sin discapacidades físicas; promoviendo así que su asociación sea entendida como un trabajo, y que no sea confundida con entidades filantrópicas, obteniendo el reconocimiento de la gente por la apreciación del sentimiento de su propio arte”.
    Saúl es un artista que vive de lo que hace y explica su éxito, porque considera que los clientes “se identifican con mi obra”.
    Lo que faltan son espacios para exponer. Aun así, quienes lo buscan le piden réplicas, imágenes de santos, paisajes y horizontes; los más particulares son aquellos que llegan a narrarle el sueño que tuvieron noches antes. Cuando llega a exponer, sin pintar, algunos suelen dudar que sea su obra. Para los incrédulos Saúl carga con un álbum de las fotografías en las que está pintando sus cuadros.
    Él no se niega a impulsar a otros si son personas como él, con nula movilidad corporal o carecen de alguna de sus extremidades. Si cuentan con el perfil para integrarse como pintores diferentes, Saúl está dispuesto a enseñarles cómo crear arte con la boca o con el pie.

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