Hace apenas 10 años, todo aquel desafortunado bebedor atacado por una fuerte resaca tras una noche de copas era “recetado y sanado” por Charly o por cualquier otro experimentado cantinero de un bar local, hoy sus remedios solo pueden rescatar a la mitad, “si bien me va, no entiendo qué les dan de tomar que no les puedo aliviar la cruda con nada”, se queja.
La anécdota puede aparentar un indicador superficial, pero no es así, los productores de bebidas alcohólicas en México confirman la amenaza: dos de cada cinco botellas de vino y licor que se venden en el país, son piratas.
Rosario Guerra, presidenta de la Comisión de la industria de vinos y licores que agrupa a las principales firmas de esta manufactura, ratifica que hay sospechas de que gran parte del alcohol que se importa se emplea para falsificar o adulterar licores. Cifras del Banco de Comercio Exterior arrojan que la introducción en volumen de alcohol creció de 1999 al cierre del 2003, en alrededor de 121 por ciento anual en promedio, al pasar de nueve millones de litros importados a 167.
Para muchos parroquianos concientes o inconscientes de bebidas adulteradas, los efectos no deben ubicarse únicamente en la pérdida de la vista que de manera fulminante es una de las consecuencias más dramáticas, sino en que los daños pueden ser paulatinos, no necesariamente tan definitivos, pero sí presentan una condición común: en cualquier caso, los efectos son irreversibles, así lo explica el toxicólogo Miguel Madrigal Ortiz, de la Universidad de Guadalajara.
Madrigal indica que un ingrediente fundamental en la adulteración de bebidas alcohólicas es el uso de metanol, “este alcohol metaboliza en el cuerpo humano, lo transforma en formaldehído y ataca el nervio óptico y el daño que produce es irreversible”.
El investigador describe que otras sustancias que alteran los alcoholes son los denominados de alto peso molecular que producen una altísima toxicidad, “esta clase se origina también durante la destilación, por eso es que las llamadas “colas” de los alambiques se eliminan, son alcoholes de alto peso molecular”.
El antídoto para neutralizar los efectos contraproducentes del metanol es el alcohol etílico, pero como en los lugares donde se producen estas bebidas no hay un estricto control de calidad, sino que se utilizan fórmulas “de oídas” o porque, “otros lo hacen” que es como se propaga esta clase industria clandestina, los “fabricantes” pueden cometer errores fatales.
“El efecto es crónico, es decir, aunque se tomen cantidades de alcohol en forma continua, el daño se presenta en pequeñas cantidades y esto tiene un efecto sumatorio, puede venir de inmediato la ceguera cuando hay una intoxicación aguda de alta cantidad de ingesta, pero también se pueden dar intoxicaciones crónicas, es decir pequeñas cantidades en largos periodos de tiempo”.
Las bebidas adulteradas, que son de dos clases, las que llevan una marca apócrifa o que imitan a las más conocidas, cualquiera que ella sea, de ron, tequila, brandy, cognac, vodka, etc., se adulteran con alcoholes no controlados en donde la cantidad de metanol puede ser mayor que la del etílico, no guardar este equilibrio puede causar la intolerancia del organismo y toda la fórmula debe ser destruida.
El mundo pirata de las bebidas alcohólicas
Una de las encrucijadas mas difíciles de resolver es la localización, incautación y destrucción de las bebidas adulteradas y falsas, todo lo ilegal, el año pasado la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) solo pudo realizar mil 346 acciones de verificación efectivas a un universo amplio y variado donde pueden aparecer los productos alcohólicos piratas como: fabricantes e importadores, comercializadores y distribuidores al mayoreo, expendios de vinos y licores al menudeo, restaurantes y bares, discotecas y centros sociales de recreación y tiendas departamentales, autoservicios y de conveniencia.
La Profeco reporta que se realizaron un total de 418 mil acciones de verificación donde se detectaron mil 522 incumplimientos de diverso tipo.
El resultado de esas verificaciones fue el comienzo de 218 procedimientos, de los cuales solo concluyeron 42 con sanciones de 921 mil 268 pesos, se eliminaron 208 mil 678 litros de seudotequila y se destruyeron 11 mil 456 productos entre aguardiente, brandy, whisky y otras bebidas alcohólicas destiladas porque no cumplieron con las normas.
Las normas que se revisan son: NOM-006-SCFI-bebidas alcohólicas-tequila- especificaciones; NOM –142—SSA1-1995-bebidas alcohólicas-especificaciones sanitarias y la NOM-070-SCFI-1994-bebidas alcohólicas-mezcal-especificaciones y la veracidad de la información, que en síntesis disponen de revisar los productos que pueden afectar la vida, la salud, la seguridad o la economía de una colectividad de consumidores o que impliquen engaño respecto a las características y calidades de los productos, es decir, información falsa.
Pero el mundo pirata de esta bebidas es variado e inmenso, esta industria clandestina utiliza la importación abierta y libre de investigación, mucho menos de supervisión en el uso de alcoholes, que proceden del exterior, “en el mejor de los casos, sugiere el investigador Madrigal, se utilizan agua o alcohol de caña”. Pero el director de Comunicación social y coordinador administrador de la Profeco, Víctor García, señala que esta dependencia ha ubicado e incautado bebidas alcohólicas que contienen el peligroso alcohol industrial.
Una acción más efectiva
A partir del primero de enero de este año, Profeco Jalisco realizó 215 visitas de las cuales se desprendieron 42 violaciones de las normas oficiales mexicanas que rigen estos productos se han verificado 34 mil 967 productos y se inmovilizaron mil 361.
Si la destrucción de los productos incautados es un paliativo francamente inoperante que solo le hace cosquillas al mercado ilegal de las bebidas alcohólicas, destrozar las botellas vacías del vino ilegal que se consume en los establecimientos de forma legal, sería una de las mas efectivas acciones indica el funcionario de la Profeco.
Sin embargo, el mercado de botellas legales, rellenadas es altamente protegido y ambicionado por diferentes figuras entre las que destacan, meseros, garroteros y cantineros de los sitios donde sin deberla ni temerla los feligreses generalmente jóvenes, son engañados.
Este mercado también abunda, hasta con agentes de ventas que proponen sus productos en vinaterías de barrios, de zonas residenciales donde las botellas de tequila Don Julio son a 90 pesos, de Herradura a 80 pesos, Martell Medaillon a 120 pesos o el Chivas Regal 110 pesos para que el vinatero lo revenda como quiera.
También se han ubicado jarras de cerveza bautizadas con agua en diferentes establecimientos donde los jóvenes son atraídos, esta práctica no produce daño, excepto en los bolsillos de los inocentes bebedores.
Así como hay aplicaciones peligrosas de alcoholes para la elaboración de imitaciones, también hay copias burdas e inocentes que son aceptadas por los bebedores entrados en una buena farra así como en la falta de un paladar educado, pues según Víctor García Ramírez “se venden hasta cognac elaborados con bebidas de cola, perfume y alcohol de caña y les gusta mucho”.