Retos de la formación en el Bachillerato General por Competencias

3047

Al parecer, la educación es un sistema de condicionamiento para formar consumidores de ideologías y objetos. No es un proceso para desarrollar lo que cada ser humano tiene, sino para educar a los educandos de acuerdo con las necesidades de otros.
César Güemes

Las siguientes ideas pretenden impulsar el análisis, la reflexión sobre aspectos nodales y de amplio interés para dialogarse en el seno del Sistema de Educación Media Superior (SEMS). Todo ello a partir de algunos señalamientos surgidos de investigaciones elaboradas por especialistas del campo educativo como lo son: Nahida Dehesa de Gyves, Alejandro Márquez Jiménez, Juan Fidel Zorrilla Alcalá, todos ellos publican en la revista de la UNAM Perfiles  educativos.

Comienzo señalando que, hacia fines del siglo pasado, Amartya Sen cambió el sentido del concepto de desarrollo usualmente utilizado por los economistas hasta ese momento, que estaba basado en indicadores tales como el Producto interno bruto o el acceso a bienes y servicios. En contraste, la noción de desarrollo de este autor parte de considerarlo como un proceso de expansión de las libertades reales de las que disfrutan los individuos. En este sentido Amartya Sen cambió el sentido del concepto: de estar centrado en los medios (riqueza, posesiones, etc.), puso el énfasis en los fines: la libertad de los sujetos para elegir la vida que desean. En este sentido, cada cierto tiempo hay quienes nos recuerdan que el desarrollo educativo de un país no puede reducirse a un simple conjunto de indicadores, sino que debe centrarse en desarrollar las capacidades que permitan a las personas elegir libremente el tipo de vida que quieren llevar.

Hay aportes particularmente relevantes para mejorar los procesos de formación de las denominadas capacidades genéricas (lectura, escritura y matemáticas), que resultan fundamentales para avanzar en el sistema escolar, independientemente del nivel educativo de que se trate.

Fundamental es conocer, analizar y problematizar sobre los desafíos y perspectivas de manera pertinente, sobre los avances, obstáculos de la formación y hacerlo abiertamente, argumentativamente y proponiendo alternativas para su mejora. Posiblemente tenemos que examinar en cada uno de los rumbos, es decir en los 109 municipios donde se lleva a cabo el Bachillerato General por Competencias teniendo la idea clara de que no se trata de homogeneizar lo diverso, sino entender la diversidad y pluralidad de cada una de las regiones donde se realiza la tarea de educar, a través de comprender qué planes y programas no son inflexibles, mecánicos, porque si es así, terminan por socavar la autonomía, iniciativa e innovación de los profesores en las aulas de clase, o por los mecanismos de evaluación estandarizados que se utilizan para valorar la calidad de la educación. Aunque discursivamente estos mecanismos reconozcan las diferencias existentes en el sistema, terminan por ignorar la diversidad de las condiciones en que se desarrollan los procesos educativos.

También, como en el caso del concepto de desarrollo señalado anteriormente, llevan a reflexionar sobre el propio sentido de la educación social. Recordemos que educar no significa simplemente cubrir los planes y programas de estudio, o mejorar en determinados indicadores educativos; de lo que se trata es de desplegar el potencial de cada persona para conocer y comprender mejor el mundo físico y social en el que vive. Ello nos lleva a vislumbrar el proceso educativo no como un fin en sí mismo, sino como un medio para potenciar las capacidades de las personas, con el fin de pensar y actuar mejor como ciudadanos.

Un aspecto que resulta relevante es la forma en que algunas de las contribuciones ejemplifican la importancia de vincular la investigación con la práctica educativa, puesto que los proyectos que trabajan directamente con los actores del proceso educativo producen evidencias respecto a la mejora en los aprendizajes de los alumnos. Ello muestra la necesidad de aumentar la autonomía relativa de los docentes, dado que, como sugieren diversos investigadores, los profesores incentivan su capacidad de innovación al recuperar cierto margen de control sobre su propia materia de trabajo, con resultados favorables para el desarrollo formativo.

En un momento en que los docentes suelen ser estigmatizados como responsables principales de los pobres resultados de aprendizaje, cuando las políticas gubernamentales se han volcado a reformar la función docente en todos los niveles educativos; pero además, en un contexto en que los docentes son asediados por evaluaciones realizadas con premura y sin mostrar evidencias de validez, sin duda, las investigaciones de un buen número de investigadores contribuyen a ampliar los debates existentes sobre los problemas de formación y actualización docente, y sobre el propio sentido del quehacer educativo.

Todos coinciden en centrar la reflexión y enfatizar la primacía que tienen hoy en día dos dimensiones distintas, pero complementarias, del sistema educativo: la formación y actualización docente, por una parte, y la renovación y revisión de la enseñanza y el aprendizaje, por otro, en cada grupo, en cada escuela, en cada institución.

Artículo anteriorQué bien qué mal
Artículo siguienteVíctima de la semana: Juan José Arreola