Rumbo a los comicios de 2006

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    La vida política nacional y estatal está más activa que de costumbre. La razón es de sobra conocida: la lucha interna por ser el elegido para representar a su partido en los diferentes cargos públicos rumbo a la contienda electoral de 2006.
    ¿Cuál es el papel que desempeñamos los ciudadanos y electores en ese contexto? Podría parecer trillado, pero nunca está de más una invitación a realizar un análisis introspectivo y prospectivo del desempeño de los servidores públicos, quienes se dan el lujo de dejar inconclusos sus respectivos periodos en funciones públicas, con el objetivo de buscar el siguiente cargo político, sin remordimiento alguno.
    Como ya es costumbre, las campañas estarán plagadas de spots publicitarios (basura por toda la ciudad) y un derroche económico en mercadotecnia, que bien podría ser utilizado en causas más importantes, y que los ciudadanos aceptamos de manera plácida, como parte del proceso electoral, o con esa grave apatía que nos tiene hundidos en la mediocridad de nuestros gobiernos y los servicios públicos, así como en condiciones de vida preocupantes.
    Me parece buen momento para estudiar las propuestas (no promesas) y plataformas políticas de los precandidatos, así como las posibilidades reales de ser concretadas, y con base en esto, tomar la decisión que nos conduzca a un gobierno, si no excelso, al menos estable.
    Es el momento de un compromiso mutuo que nos incluya como ciudadanos electores (no solo del valor del voto), porque a todos nos interesa mejorar las condiciones actuales y cambiar prácticas obsoletas.
    Los ciudadanos debemos ir más allá de estos falsos clichés. Una de las posibles soluciones para esto consiste en darnos a la tarea de mostrar más interés por nuestro entorno.
    La alternancia política parece una buena opción, puesto que generaría un mayor compromiso social e implicaría no dar nada por seguro. De esta manera, si no cumplen las propuestas de forma satisfactoria, podrían revertirse los índices de aceptación que tanto preocupan a la elite política.
    Es buen momento para cuestionar, reflexionar y participar en todo aquello que no nos gusta y que tenemos la capacidad para cambiar.
    En este sentido, el poder de cambiar radica en el voto, y qué mejor que decidir con conocimiento de las consecuencias de nuestra elección.

    Elva Araceli Fabián,
    licenciada en estudios políticos
    y gobierno (UdeG).

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