SIEMPRE FUI MI PENE, Dios mío,
siempre fui el pedazo de mi carne
que entraba en las mujeres,
que me hacía hombre, conocedor del mundo,
propietario de la vida y de la muerte.
¿Por qué me disminuyes?
Yo no quiero aprender de tu sabiduría.
Yo quiero el falo erecto, pero erecto,
para entrar a la hora precisa
en el dulce terrón de la tierra dulce.
¡Cóncédeme vivir entero
hasta los ochenta!
Jaime Sabines
Selección: Filemón Hernández