“Si en nuestra vida no está cerca el arte o las expresiones artísticas, nuestra existencia se vuelve superficial y nos dejamos llevar por prácticas consumistas, sin sentido ético”, advierte Javier Malo, artista plástico y profesor del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño de la Universidad de Guadalajara.
Lamenta que el arte esté deshumanizado, es decir, lejos de la sociedad, que no logra apreciarlo. “Urge que a los niños que cursan la primaria se les inculque el conocimiento y gusto por las expresiones artísticas, en lugar de manualidades”.
El escultor y pintor indica que es necesario infundir el conocimiento desde la raíz del ser humano, y modificar los estudios en la educación básica, tal como lo han hecho, por ejemplo, en la ciudad de Tijuana.
“Las escuelas públicas y privadas de Tijuana llevan a sus niños a los museos, a funciones de teatro, donde hay horas específicas para ellos. Ese modelo podría aplicarse en Guadalajara y en Jalisco, sobre todo porque somos uno de los estados donde más se produce arte”.
Javier Malo, licenciado en Artes Visuales y maestro en Expresión para las Artes por la UdeG, comenta que la escultura está en desventaja en relación con la pintura, y se debe, entre otras cosas, a la falta de una cultura de consumo de la escultura en Guadalajara.
“El esquema de planear visitas guiadas a espacios culturales ayudaría a la formación de público, y crear coleccionistas para que se habitúen a consumir expresiones artísticas y apoyen a la sobrevivencia del arte”.
Dice Malo, además, que es mucho más difícil exponer escultura en las galerías y museos, porque los costos se elevan: “Se requiere un espacio, adecuaciones inmobiliarias y herramientas específicas para armar una exposición. Los traslados de la obra también complican que se puedan exponer muestras escultóricas en nuestra ciudad”.
Así, los artistas, para sobrevivir, tienen que exponer continuamente, acomodar sus obras en galerías, museos o espacios públicos, organizar subastas y dar clases. Hacen malabares para seguir produciendo, cuenta Javier Malo. Precisa, sin embargo, que no todo es tan negativo, ya que la ventaja de la escultura es que hay menos artistas improvisados esculpiendo obra.
“Es mucho más compleja la escultura que la pintura, porque, por ejemplo, para tallar en madera es necesario conocer el tipo de madera y las herramientas para utilizar en cada obra”.
La obra escultórica y pictórica de Javier Malo se expone actualmente en una muestra llamada Reminiscencias, que se conforma de 33 obras, 13 esculturas y 20 cuadros, que están inspiradas en el arte de los Guachimontones.
“Las esculturas y las pinturas son una deconstrucción del diseño prehispánico de Guachimontones. Hice una investigación sobre lo prehispánico, tomé fotografías de las piezas recientes extraídas del complejo principal, observé los diseños y emprendí un proceso de-constructivo a partir de esos diseños. Fue un proceso de análisis de las piezas, de redibujar las obras; hice muchos bocetos para la exposición”.
Resalta que la idea de Reminiscencias es un proyecto que surgió en su niñez, cuando acompañó a su padre en un viaje al sur y centro deMéxico, ya que trabajaba en la Secretaría de la reforma agraria; en el viaje conoció de cerca las zonas arqueológicas y quedó maravillado.
“Luego de mucho andar, al llegar a Jalisco conocí los Guachimontones. Siempre he pensado que las esculturas más bellas que hay en el arte prehispánico son de Occidente, y que pertenecen a la zona de Guachimontones, como las obras de barro bruñido, las vasijas en forma de peyote, o las que representan a animales. Todas ellas tienen una técnica y terminado increíbles; por ello, de-construí sus diseños y las utilicé para Reminiscencias, usé acero para las esculturas y tierras de colores para la pintura”.