Aún como estreno y llegó la censura. Me uno a la protesta en contra de la censura del documental, ocultar los vicios del sistema no mejora la impartición de justicia. Presunto culpable para mí fue acto insólito, tratándose de un documental sobre el tema de la justicia. Es hacerle frente a una realidad de lo que funciona mal en nuestro país.
Mientras corría la cinta, la película muestra personajes siniestros de nuestro sistema de justicia como el jefe de la Policía Judicial, la representante del Ministerio Público, el juez. Pasé por todos los estados de ánimo: indignación, impotencia, incredulidad, tristeza, admiración, esperanza, felicidad. Una gama de emociones que todo ser humano es capaz de sentir ante una injusticia.
Pensé en cuántas realidades coexisten en un país como México. Cuántas injusticias se cometen a diario sin que siquiera nos demos cuenta o si nos damos cuenta por medios de comunicación o amigos, con la vida diaria de actividades, la mayoría de personas vivimos como si nos importara poco, decimos “si a los gobernantes no les importa menos a nosotros”. Sólo lo dejamos como un secreto a voces “la cárcel es para los pobres”. Las veces que hemos sabido que con una buena lana salió tal o cual delincuente, recordando un dicho mexicano que reza “con dinero baila el perro”.
Vivimos en una sociedad donde no deberíamos olvidar el compromiso para alcanzar la felicidad. Lo hay en lo personal, como el grado de que siento y demuestro hacia las personas que amo, pero también lo hay comunitario, mediante el trabajo por causas ciudadanas y sociales.
Toño, protagonista de la historia, además de ser comerciante, baila y escribe breakdance, nos enseñó que es posible salir airoso si no te derrotas. Repetía no debes tener autocompasión sino seguir adelante, con lo que sigue. Perseverar, luchar, ser creativo, no entregarse a la desesperanza. Y hacer más de los que nos toca.