El descenso en la capacidad de compra de la población avanza a ritmo galopante como consecuencia de una política económica que privilegia el control de la inflación sobre el crecimiento económico y la generación de empleos.
Hasta octubre de 2005 la pérdida en el poder adquisitivo del salario mínimo fue cercana al 18 ciento. Para recuperar la capacidad de compra que los tapatíos tenían a principios de año, el minisalario debió incrementar en la misma proporción, de acuerdo con Héctor Luis del Toro Chávez, investigador del Departamento de Métodos Cuantitativos, del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA), quien tiene un estudio sobre la canasta básica e índice de precios en la zona metropolitana de Guadalajara.
De acuerdo a cálculos hechos por Enrique Cuevas Rodríguez en base a información de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (CONASAMI), en 10 años, de 1994 a 2004, el minisalario registró una pérdida del 54.23 por ciento, lo que a su vez repercutió en la capacidad de compra de los tapatíos.
Conforme a las tendencias en el alza de los salarios mínimos, no parece que la CONASAMI autorice en el corto plazo un aumento que restablezca la capacidad de compra que los tapatíos tenían a principios de 2005, mucho menos la que tenían en 1994.
El año 2004 cerró con una inflación de 6.74 por ciento, según el estudio de Héctor Luis del Toro. El investigador había recomendado que para resarcir la capacidad de compra de las familias tapatías solo con respecto a la pérdida sufrida en el periodo de análisis (noviembre-diciembre), era recomendable un salario mínimo de 46 pesos con 68 centavos de manera diaria, sin embargo se ubicó en 45 pesos con 35 centavos.
En la zona metropolitana el salario aumentó escasos 1.62 pesos diarios, lo que representó un incremento de 3.70 por ciento. En aquel entonces el académico señaló: “el salario mínimo quedó rebasado por las alzas en los precios antes de ser recibido por los trabajadores”.
Al concluir el quinto bimestre de 2005, la inflación se ubicó en 3.98 por ciento, la pérdida del poder adquisitivo solo en el periodo de análisis se ubicó en 3.83 por ciento, que en términos monetarios equivale a 52.08 pesos menos de manera mensual, por lo que es recomendable un salario de mil 414 pesos con 65 centavos por mes, es decir 47 pesos con 15 centavos diarios, en lugar de los 45 pesos con 35 centavos aún vigentes.
Causas de un malestar
La solución directa al malestar en el bolsillo de los tapatíos es aumentar sus salarios, señaló Enrique Cuevas, quien explicó que el problema es que prevalece el enfoque empresarial de la economía.
“Esta perspectiva considera que si el crecimiento de los salarios estuviera por arriba del crecimiento de la inflación, provocaría más aumento de precios debido a una mayor demanda de bienes y servicios”.
Hay otro enfoque económico que establece: si los ciudadanos no tienen poder adquisitivo en consecuencia no tienen con qué generar una demanda. Esto ocasiona que no haya forma de alentar la inversión. Las empresas invierten solo cuando hay compradores.
“Yo soy partidario de este último enfoque. Las personas tienen que tener un poder adquisitivo alto, si es que se quiere alentar el crecimiento económico. Evidentemente ocasiona ciertos estragos en la inflación, sin embargo ésta puede ser controlada por métodos de política monetaria o fiscal, como por ejemplo, cobrar menos impuestos a las empresas si son más productivas, regular la oferta monetaria mediante políticas de tasas de interés”.
Si se mantiene baja la tasa de interés -continuó el académico- esto trae como consecuencia inflaciones más bajas.
Sin embargo, el gobierno, al igual que las empresas prefiere sacrificar el crecimiento económico en aras de controlar la inflación. “Esto es perceptible en los últimos años. Desde el 2001 a la fecha, la tasa de crecimiento económico ha sido muy baja o prácticamente nula, en promedio de tres por ciento”.
Los primeros tres años del gobierno foxista, la tasa de crecimiento fue de prácticamente cero. Esto provocó la caída del empleo, ya que si no hay crecimiento económico es muy difícil que se generen empleos, además del crecimiento de la economía informal.
“El crecimiento económico y los niveles de empleo son los que contribuyen a sostener y dan trabajo a las personas. Gobiernos anteriores, con tal de no sacrificar el nivel de vida de los ciudadanos permitía ciertos márgenes de inflación, hasta del siete por ciento anual. Las tasas de crecimiento llegaron a ser en promedio del cuatro al cinco por ciento anual”.
El gobierno debe dejar de creer que el centro de la política económica es el control de la inflación. “Mientras no se rompa con esa idea tan ortodoxa y retrógrada siempre estaremos sacrificando el crecimiento económico y el bienestar social”, sentenció el académico.
El especialista consideró que para superar sus rezagos en la creación de empleo y en los salarios, la economía tendría que crecer un siete por ciento o más, de manera sostenida durante 10 o 15 años, lo cual es poco posible que suceda en cualquier economía por los choques internos, fenómenos internacionales y las condiciones políticas.
“En México, en lugar de pensar cuánto tiene que crecer, debe ponerse como meta que debe crecer, que tiene que lograr crecimientos más altos”.
Impactos a la canasta básica
La inflación y la disminución en el poder adquisitivo ocasiona que mes con mes, los tapatíos adquieran menos productos de la canasta básica con igual salario.
“Cada vez con mayor frecuencia se escucha la frase: “Antes, con menos dinero comprábamos más. Ahora con más dinero compramos menos. Prueba de ello, es que un paquete de galletas hace 10 años traía más producto que ahora, sin embargo, aunque el salario haya crecido, eso no quiere decir que se viva mejor. Es cierto que se gana más, pero el paquete de galletas que cuesta lo mismo trae menos producto. El resultado es una disminución neta en el poder de compra”, señaló Héctor Luis del Toro.
De acuerdo a su investigación, al cerrar el quinto semestre de 2005, la canasta básica alcanzó un precio de tres mil 794 pesos con 73 centavos, por lo que se requieren 2.8 salarios mínimos para adquirirla. Si se compara el quinto bimestre de 2005 con el quinto bimestre de 1998, puede concluirse que la canasta básica ha incrementado un 54.85 por ciento.
“Esto significa que un trabajador debería de percibir alrededor de tres a tres y medio salarios mínimos mensuales solo para obtener los artículos básicos”. Hay que agregar que los trabajadores tienen gastos adicionales, como la compra de algún medicamento o la renta. Esto indica que su percepción debería ser mucho más alta, entre seis y ocho salarios mínimos.
Sin embargo lo que gana la generalidad de la población económicamente activa en la zona metropolitana de Guadalajara (ZMG) no se ajusta a las necesidades reales, ya que el 45.35 por ciento percibe entre uno hasta tres salarios mínimos, de acuerdo con la Encuesta de ocupación y empleo en Jalisco. Este dato no incluye aquellos que no tienen una percepción salarial.
Reacciones ciudadanas
El deterioro salarial es evidente, al grado que diversas organizaciones laborales estimaban antes de concluir 2005, que para revertir dicha tendencia, el aumento salarial debería de ser de un 7.0 o 7.5 por ciento, de otra manera el ingreso real de la clase trabajadora quedaría muy limitado y se perdería toda posibilidad de recuperación del poder adquisitivo.
Se precisó que antes del inicio de las negociaciones para fijar los salarios mínimos, que entrarían en vigor a partir del primero de enero de 2006, las 38 organizaciones del Congreso del Trabajo pedirían ante la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (CONASAMI) un incremento del 10 por ciento.
Para ello, se consideraba la pérdida del poder adquisitivo de los minisalarios y los niveles de inflación esperados para el 2006, calculados por el Banco de México entre el 3.5 y el 4 por ciento.
El argumento era que tal petición permitiría a la representación obrera ante la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos negociar con mayor holgura y tener la posibilidad de que los nuevos salarios mínimos quedaran finalmente en un ajuste del 7 ó del 7.5 por ciento.
¿Inflación manipulada?
De acuerdo a la investigación “Canasta básica e índice de precios”, tan solo al cerrar el quinto bimestre de 2005, la inflación acumulada se fijó en 3.98 por ciento en la zona metropolitana de Guadalajara. El Banco de México reportó un alza de precios de 1.97 por ciento a nivel nacional.
“Esto, tal vez obedezca a procesos de carácter metodológico. Mientras que para la investigación no involucro gastos de transporte, servicios médicos, gastos en electricidad, gas, agua y teléfono, ni los relacionados con la compra de medicamentos, entre otros, el Banco de México, sí. Sin embargo yo creo que si agregara todos los rubros que contempla esa institución podría traer como consecuencia que el indicador inflacionario fuera mayor”.
Mientras que en el Departamento de métodos cuantitativos hacemos el estudio solo en la zona metropolitana de Guadalajara, el Banco de México argumenta que ellos hacen el análisis dentro de las principales ciudades a nivel nacional. Hay algunas que tienen mayores incrementos, pero hay otras que sus precios tienden a ser más bajos”.
Situación a nivel nacional
En el país, la situación no es más halagí¼eña que en la zona metropolitana de Guadalajara, ya que la pérdida del salario mínimo general es superior al 50 por ciento desde 1994.
Específicamente de 1994 a 2004 la pérdida se ubicó en 53.64 por ciento, con una inflación acumulada de 173.06 por ciento de acuerdo con cálculos hechos por Enrique Cuevas Rodríguez, profesor investigador del Departamento de métodos cuantitativos, del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas.
Para sus cálculos el académico tomó como base, datos elaborados por la Unidad de planeación de Hacienda Pública, que se sustentan en cifras dadas a conocer por el Banco de México.
Esto significa que para que el salario mínimo general se recupere tendría que incrementarse en la misma proporción, cuando cada año se negocian aumentos, promedio, entre el dos y tres por ciento.
“El salario mínimo aumenta año con año, pero en términos nominales, cada año, gobierno, empresas y trabajadores acuerdan cuánto debe incrementar la minipercepción, pero el incremento no corresponde con los aumentos en la inflación, de tal manera que los trabajadores son los que salen perdiendo”.
El salario mínimo no es el mismo para todo el país. La CONASAMI toma en cuenta tres zonas geográficas distintas. La zona A que incluye ciudades como el Distrito Federal, tiene un salario de 46 pesos con 80 centavos; la B donde está la zona metropolitana, 45 pesos con 35 centavos y la C donde está incluido el resto del estado 44 pesos con cinco centavos.
“Esto no significa que los lugares donde prevalecen los salarios más bajos tengan precios más altos. Por ejemplo, municipios como Mexquitic, Huejúar, Huejuquilla, que es donde tienen las percepciones salariales más bajas, curiosamente son lugares de los más caros, ya que las condiciones físicas y oreográficas del territorio hacen difícil la producción agrícola para solventar las necesidades de la población, por lo que tienen que recurrir a los estados vecinos o ciudades distantes”, refirió Héctor Luis del Toro.
Regiones como el norte de Jalisco, de las más pobres del estado, está casi a la par de caro con la región costa, sede Puerto Vallarta, por lo que el investigador se pronunció por un salario mínimo general aplicable a todo el país.