Una radio que escucha

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La radio no sólo no sucumbió ante la democratización de otras tecnologías de la comunicación, sino que se actualizó y expandió sus cuotas de audiencia en la sociedad de la información. Por ello y más, la UNESCO proclamó el 13 de febrero como el Día Mundial de la Radio.

“Hay que considerar a la radio como un medio de comunicación de bajo costo, especialmente apropiado para llegar a las comunidades alejadas y a las personas vulnerables como los analfabetos, los discapacitados, las mujeres, los jóvenes y los pobres, que además ofrece una plataforma para intervenir en el debate público, independientemente de cuál sea el nivel de educación de los oyentes”, detalla la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en la justificación de tal designación.

Al interior del universo radial es lógico, no obstante, que encontremos maneras muy distintas de asumir la responsabilidad social que la UNESCO atribuye al medio, si consideramos, en principio, que las radios privadas, incluso las más alternativas, responden a las necesidades comerciales de toda empresa mediática, y sus contenidos podrán estar diseñados conforme a la oferta y la demanda, las fórmulas que han demostrado cierto éxito o las necesidades más inmediatas de las audiencias.

Entre las radios públicas, por otra parte, hay una inmensidad de formas de responder a la sociedad a la que se deben. “Radio Universidad ha tenido una apuesta muy distinta a las de las radios universitarias del país, en el sentido de que no es solemne, nunca ha tenido formatos obsoletos en sus distintos momentos y ha estado siempre en una búsqueda permanente”, destaca Julieta Marón, subdirectora de Radio Universidad de Guadalajara.

Ella misma hace notar que, si bien esta radio —que ha mantenido sus emisiones de manera permanente desde el 30 de mayo de 1974— se ha atrevido a innovar, a romper los esquemas y a incluir contenido que difícilmente tendría cabida en otros segmentos del cuadrante, siempre ha sido sobre una misma base conceptual. Marón parafrasea a la profesora y estudiosa de la comunicación Cristina Romo: “Las radios universitarias cumplen con uno de los objetivos de una universidad, que es la divulgación y la difusión de la cultura y el conocimiento, eso siempre debe estar como ancla”.

El “Che” Bañuelos, que este año cumple 35 años como locutor y productor en XHUG 104.3 FM, reconoce que Radio Universidad de Guadalajara sí inició emisiones con un formato mucho más académico y ad hoc con lo que aún en la segunda mitad del siglo XX se consideraba estrictamente como alta cultura.

“Eventualmente, la radio se fue abriendo a otras manifestaciones culturales y musicales”, afirma.
Reconocido por su fidelidad de largo aliento a The Rolling Stones, el “Che” forma parte de una generación de locutores que por décadas han impreso en la radio universitaria el tono de las radios colegiales —en su sentido anglosajón—, que por naturaleza tienen la oportunidad de promover los movimientos musicales que escapan al mainstream; radios donde se alienta la difusión de la propia escena musical universitaria o de la ciudad y donde es posible formar especialistas en diferentes géneros. Radio Universidad de Guadalajara tiene los propios, entre ellos, Cheto (electrónica), Jorge Triana (arrabal), el mismo “Che” Bañuelos (rock), Enrique Blanc (alternativa en español), Antonio Muñoz (metal), etcétera.

“Creo necesario que se vayan formando nuevos cuadros porque (la estación) ha sido una radio-taller en donde hemos repartido infinidad de elementos a otras radios, tanto a canales de noticias como a programas de música; creo que Radio Universidad debería replantearse eso”, apunta Bañuelos.

Escuchar antes que ser escuchados
“Lo que la gente demanda es ser escuchada y que la radio no sea una especie de podio para que la gente se suba a tirar su ‘choro’ y sea unidimensional, sino que haya ida y vuelta. Es una radio que interactúa con el público y eso lo agradecen”, señala Ricardo Salazar, subdirector de Radio Regional Guadalajara.

Reconocer a las audiencias, es decir saber quiénes son, cómo son y qué solicitan de la radio, y escucharlas a través de diferentes medios (encuestas, línea telefónica abierta, redes sociales) hace posible ajustar, generar cambios, definir un perfil editorial; en pocas palabras, no anquilosar el estilo de comunicación. 

Salazar confirma lo dicho por sus colegas: que Radio Universidad ha creado su propia tradición —que se define por su tendencia a alejarse de la comunicación oficialista, distanciarse de las fórmulas de la radio privada, abrir puertas a la crítica, promover la discusión sobre temas cruciales para la evolución de la ciudadanía, hacer de las artes y la cultura un tema cotidiano y permitir que el conocimiento científico permee en los programas diarios—, pero, dentro de estos márgenes, ha sido preciso modular o incrementar los contenidos conforme a lo que la sociedad exige de una radio que está a su servicio, en tanto pública.

En una de las últimas encuestas, revela el directivo, detectaron que 68 por ciento de los usuarios de la señal hertziana rebasaban los cuarenta y cinco años de edad. Por otro lado, el mayor número de visitas en la versión streaming y de descargas de podcasts eran realizadas por jóvenes de entre diecinueve y venticinco años. Éstos, narra, estaban demandando una programación en la señal al aire que se expresara en sus códigos.

“Lo que hicimos fue crear una barra a las cinco de la tarde con la idea de reclutar jóvenes de las universidades o recién salidos de las universidades que tuvieran algo que decir y que, literalmente, hablaran en los términos de los jóvenes”, resalta.

A través de esta dialéctica, explica Salazar, han podido atender al segmento que solicitaba más espacios para la música mexicana o al sector que pedía que se ampliara la barra dedicada al jazz. Así también han podido comprender que en la era de la globalización de la información, el streaming, los podcasts y los productos puramente digitales como Señal Global —estrenado en septiembre de 2015— funcionan mejor cuando se remiten a lo local. En muchos casos, dice, éstos son los únicos canales de comunicación entre las personas de Guadalajara que han migrado a otras partes del mundo y su terruño.

En esto, Salazar coincide con lo que Julieta Marón subraya: “Cada emisora atiende a las necesidades de su región”. Desde que Radio Universidad de Guadalajara se descentralizó para convertirse en una red de emisoras situadas en todo el estado se ha dado énfasis a la diversidad, que es otro de los atributos que se esperan de la radio pública, y las señales de Autlán, Ciudad Guzmán, Ocotlán, Colotlán, Puerto Vallarta, Ameca y Guadalajara generan contenidos afines a las necesidades diferenciadas de los municipios y sus regiones. De esta forma se atienden, también, a grupos vulnerables o específicos —indígenas, migrantes, agricultores— con programas que responden a sus inquietudes.

En el caso de Señal Global, Marón considera que es el espacio idóneo para acoger nuevas producciones que por espacio no caben en la señal al aire, así como para dar mayor preponderancia a la programación musical, a través de las curadurías (playlists) de expertos de la propia radio e invitados especiales de la escena local del arte y la cultura.

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