Volver al pasado II

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    Diría el flaco Sabina: “Lo nuestro duró lo que duran dos peces de hielo en un gí¼isqui on the rocks”. Eso duran los acuerdos (o compromisos) adquiridos con la presente (y anterior) administración estatal.
    No debería extrañar, mi apreciado Carlos Corona, en alusión a tu nota publicada en Gaceta, el 27 de junio, relacionada con el transvale, que la falta de seriedad o fingir demencia de parte de nuestras autoridades estatales haya sido el común denominador a lo largo de la administración blanquiazul.
    Os invito a abordar la tenebrosa, pero siempre inequívoca furgoneta del pasado, para remontarnos a una de las tantas situaciones semejantes que la Universidad de Guadalajara ha enfrentado.
    Corría 1999, cuando la UdeG estaba inmersa en “negociaciones” con el gobierno local y federal, con el objetivo de conseguir recursos financieros suficientes para, nada menos, alcanzar la media nacional en gasto por alumno, cuando el 22 de diciembre algunos diputados locales presentaron una iniciativa de acuerdo económico.
    Este documento establecía “el compromiso de discutir y aprobar” una iniciativa que permitiera a la UdeG alcanzar la media en un plazo de cuatro años, misma que después de pasar por varias mesas de negociaciones, fue aprobada y firmada por 37 diputados, de los cuales 17 pertenecían a Acción Nacional. El resto puede ser adivinado.
    Igual que en la reciente situación del transvale, aquellos 17 legisladores tomaron la postura de que solo habían hecho el compromiso de “discutir” la iniciativa, lo que dio inicio a otra situación que tuvo su máxima expresión con la iniciativa popular promovida por el entonces rector de la UdeG, Víctor Manuel González Romero, misma que grosso modo he descrito en otra ocasión, y cuyo triste fin fue el ya conocido “veto de Beto”.
    Al final de una serie de “convenciones” (como diría Rousseau) llegaron a acuerdos de cierta manera favorables para la Universidad.
    Me gustaría extenderme más. Por desgracia, y parafraseando al sabio Milanés, “el breve espacio” me lo impide. Sin embargo, confío en que “todas mis ideas guardan relación y se encadenan” (Rousseau, otra vez).
    La moraleja: no temas, mi Carlos y sé paciente. Ya es sabido que la escasez de memoria constituye una característica normal en nuestros gobernantes, pero ojalá que ésta no llegue a la comunidad universitaria.

    Francisco A. Gama Tejeda,
    Departamento de Políticas Públicas, CUCEA-UdeG.

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