En la selva de Santander, Colombia, familias campesinas desplazadas por la violencia encontraron un hogar bajo los techos rotos de unas caballerizas abandonadas de un túnel de las antiguas vías del tren.

“Nos habían dicho que era gente agresiva, violenta, pues claro que tenían rabia: a punta de bala les habían quitado la tierra, su casa; les habían matado a seres queridos y a los que quedaron vivos les habían matado las ganas de vivir”.

Esto contó Adelaida Nieto, escritora colombiana que ha emprendido una incansable serie de proyectos de promoción de la lectura como herramienta para alcanzar la paz. Ella recuerda que en dicha comunidad de desplazados tenía una encomienda: crear un programa de lectura en medio del escepticismo.

Tras días de intercambiar visiones, jugar con sus hijos, compartir ideas sobre fortalezas y miedos, por fin se generó un vínculo de confianza.

“Finalmente, iniciamos el programa llamado ‘Palabra memoria, palabra viva’, donde un grupo de miembros de la comunidad inició la labor de recoger historias de las familias que habían salido sin rumbo fijo y habían terminado por reunirse en este extraño asentamiento en la oscuridad de un túnel abandonado”, relató Nieto.

“Mientras estos recolectores, acompañados por promotores de cultura y paz, recogían narraciones orales y las iban escribiendo, la comunidad va recuperando su voz. Este proceso se realizó con el apoyo de talleres con psicólogos, donde los miembros de la comunidad definían los énfasis que buscaban transmitir”, detalló.

La promotora, quien fungió como Directora General de la Dirección Nacional para Niños y Jóvenes del Ministerio de Cultura de Colombia, añadió que fueron los niños quienes terminaron siendo los ilustradores de dicho libro, ellos crearon imágenes impactantes.

“Asumieron ese rol con dibujos que, aunque ya habíamos escuchado las historias de los adultos, nos quitaron el aliento: campos verdes con manchas rojas de sangre, con un río azul lleno de peces con vida, que contrastaba con los muertos que dibujaban en las orillas del río. Y las imágenes de hombres llenos de cuchillos, granadas y armas de fuego que disparaban a quienes se negaban a abandonar sus tierras”, describió Nieto.

Todo este proceso, que culminó en el libro Palabra memoria, palabra viva, lo dio a conocer Nieto durante la charla “Libros por la paz”, como parte del XX Encuentro de Promotores de Lectura que se realiza durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) 2022, donde el moderador fue el escritor y periodista mexicano Benito Taibo.

Este ejemplo, dijo, busca que los libros se conviertan en una vía para que comunidades violentadas recuperen su voz, su dignidad, y con ello impulsen la promoción de la paz.

Benito Taibo elogió el trabajo de Adelaida Nieto por convertir la lectura y el libro en una herramienta para combatir las desigualdades, que si se logra con un gran equipo interdisciplinar puede salvar vidas.

“Los libros salvan la vida, lo digo metafóricamente; pero hoy vemos que también nos salvan literalmente”, subrayó.

Nieto también mencionó que esta publicación, además, comienza y concluye con ideas poderosas que blindan la dignidad de dicha comunidad:

“Contamos nuestra historia antes de que lleguen los historiadores”.

Y termina con “Bajo el árbol de caracolí seguimos contando nuestra historia, construyendo nuestros sueños, recorriendo los caminos que nos permiten organizarnos, nos reunimos frente al fuego y recordamos toda esta historia que hemos contado y que seguirán contando nuestros hijos a sus hijos, que nuestros niños sonrían y que nuestros corazones sean libres”.