El tercer museo más visitado en México es el de las Momias de Guanajuato, ubicado a un costado del Panteón de Santa Paula de dicha ciudad del Bajío Mexicano.
Por sus galerías, el público en general puede observar la colección de cadáveres momificados naturalmente más grande del mundo; pero la mayoría de las veces se pasa por alto que lo que se ve fueron seres humanos con una historia que hasta ahora era desconocida.
Quien ha trabajado en el rescate de dichas historias es María José Abreu Abreu, guanajuatense estudiante de la maestría en Gestión y Desarrollo Cultural del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD).
«Indagué en archivos, saqué biografías, cartas de defunción y así fue como empezamos a dar con la identidad de los cuerpos».
«Empezamos sin nada y al final teníamos 113 nombres reales de personas que fueron exhumadas del Panteón de Santa Paula, que es de donde salieron las momias».
«En el museo están catalogadas por nombre, pero sólo son de identificación o catalogación».
«La idea es asignarle a los cuerpos su verdadera identidad, que es complicado».
Ella comenzó como prestadora de servicio en ese museo hace varios años, y ahí fue donde comenzó a indagar en archivos. Y aunque dicha investigación fue meramente empírica, de ahí salieron datos importantes.
Tras los cambios administrativos del gobierno municipal de Guanajuato, María José Abreu dejó de laborar en el museo, pero su ímpetu por conocer más sobre las vidas de las momias guanajuatenses continuó, incluso cuando ingresó a la maestría del CUAAD donde las estudia ya como parte de su protocolo de investigación.
La originaria de Salamanca, Guanajuato, dijo que la investigación es compleja; pues los archivos están distribuidos en varias partes donde han ido a parar las distintas momias, mismas que no todas son exhibidas en el museo.
Ella encontró nombres en diarios anteriores a 1900 del Archivo General del Estado de Guanajuato, así como en documentos del Archivo Registro Civil y el Archivo de Panteón de Santa Paula y de la Universidad de Guanajuato (UG).
«En el Archivo de la UG tienen documentos civiles, contratos y actividades notariales. Ahí sí buscas a Remigio Leroy (la momia francesa y primera en ser descubierta), aparece un documento que él firmó y eso me da a entender que el cuerpo del museo también fue una persona y firmó un documento sobre un derecho de una mina para su esposa”.
En los archivos también descubrió que desde 1892 se hacía ya exhibición de las momias, pero de forma clandestina mediante propinas que le daban a los sepultureros.
«Encontramos papeletas en el Archivo del Panteón para dar permiso oficial de ver las momias en el osario. Hay más documentos que aunque parezcan que no tiene relevancia nos cuentan historias».
“En las actas de defunción vienen los domicilios donde murieron y eso está loco, porque muchas casas son hoy de estudiantes o bares en Guanajuato”.
Uno de los logros de Abreu Abreu es que ya posee 113 nombres de 117 de «los ejemplares» de momias.
Indicó que detrás de esto ella busca reivindicar la dignidad humana de quienes habitaron la capital guanajuatense y cuyos restos hoy se exhiben.
Las desigualdades de la sociedad del pasado
“En las actas de defunción de los hombres viene registradas sus profesiones; eran mineros, carpinteros, aguadores».
«Y en el de las mujeres sólo si estaban casadas, viudas o solteras, y a éstas les decían ‘de estado honesto’. En las mujeres no viene más información, no hay más biografía”.
“en las actas de Los niños, que dicen ‘hijos naturales’, se refiere a que sus mamás eran solteras”.
Uno de los hallazgos que más le entusiasman fue cuando cruzó los datos de la momia de Bruna López, que venía en una de las bitácoras de defunción y que al buscarla en el Archivo de la UG descubrió que ella muy probablemente fue maestra y directora y que incluso hay un documento en el que el gobernador de Guanajuato la nombra la directora de la Escuela de Señoritas de Marfil.
“Aunque su acta de defunción dice que murió como ‘de estado honesto’, con otros documentos podemos saber quién era y qué hizo’”, contó la gestora.
El proyecto ejecutivo de María José Abreu, para la maestría en Gestión y Desarrollo Cultural, pretende dotar al Museo de las Momias de una propuesta de renovación museográfica.
«Es lograr que esta documentación que está en otros archivos y no ha estado compilada pueda contar historias, que dignifiquen los cuerpos y hacer una reflexión profunda de la vida y la muerte a través de estos contenidos«.
Dijo que se busca que no haya morbo, y que aunque el ánimo de visitar el recinto es ver cuerpos, se busca que «quienes vivan la experiencia tengan una profunda, y qué más que la vida misma de las momias».
«Las momias al final no fueron estas personas heroínas ni trascendentales en la macro historia, pero fueron personas como tú y como yo”.
”Busco devolver esa humanidad pensando que vivieron el mismo cielo y caminaron las mismas calles que caminamos en Guanajuato, lo que da otro sentido y se pueden narrar historias más dignas».