La socialización de los huertos urbanos, granjas agroecológicas y el comercio justo en la actualidad han ampliado el panorama del consumo alimenticio; las redes sociales, la preocupación ambiental y la pandemia han sido detonadores para que la sociedad se cuestione ¿qué es lo que estamos comiendo?
Con el tiempo las tendencias de consumo alimenticio se han modificado para satisfacer las necesidades poblacionales; la cuestión importante aquí es: ¿sabemos lo que comemos o sólo ingerimos lo que nos gusta o creemos que nos está haciendo bien?
En Jalisco existen diversos espacios de cultivo, los cuales ofrecen variedad de vegetales, frutas y hortalizas de temporada, así como productos de origen animal de libre pastoreo. Nereida Sánchez y su familia, por ejemplo, han trabajado durante años en una granja, primero de forma convencional y, con el tiempo, inspirados en la necesidad de llevar un ciclo que respetara a la naturaleza, pasaron a cosechar agroecológicamente con apoyo de la lombricultura, y a través de prueba y error para saber cuáles son los productos que crecen mejor, con sabor más rico y que llevan un proceso que funciona para la comercialización sin descuidar la tierra.
Esta forma de trabajo se conoce como agroecología, la cual además de brindarnos alimentos de mayor calidad nutricia y eliminar las afectaciones al medio ambiente, permite recuperar prácticas ancestrales de la cosecha, así como reencontrar semillas, variedad de formas, colores y sabores de un mismo producto, expandir lo que la tierra provee y forma parte de las raíces de nuestro territorio.
Este tipo de cultivos, explica René Cristóbal Crocker Sagastume, profesor investigador del CUCS, ayuda a tratar temas de malnutrición, ya que al incorporar los elementos culturales y contextuales específicos de cada comunidad, se puede crear un mejor balance alimenticio con productos que son accesibles y encajan con las prácticas sociales.
Huertos urbanos y granjas agroecológicas
El cultivo no es exclusivo de las parcelas o el campo, en gran medida prácticas como contar con hierbas de olor, nopales, jitomates, guayabas o limón han vuelto a tener presencia en el cotidiano social; estas pequeñas acciones dan vida a espacios conocidos como huertos urbanos, los cuales sirven para compartir y ampliar el conocimiento del ciclo de la tierra, así como de las temporalidades bajo las que se rige la naturaleza.
Un huerto, explica Crocker, puede ser cualquier espacio lineal, vertical o terraza que se adecue para sembrar y cosechar diversas plantas, frutas u hortalizas: “Se puede adaptar paredes con tubos de PVC o envases para tener un jardín vertical con lechugas, cilantro, perejil, espinaca y arúgola; colocar diversas macetas con chiles, jitomate cherry o saladet, ajo, manzanilla, lavanda, hierbabuena, menta, romero o algún limón; también, hay hogares o espacios de esparcimiento que permiten el uso del suelo en el que pueden cosecharse calabazas, zanahorias, chayote y más”.
Si bien el sistema de construcción del huerto va a variar, la forma en la que se haga determinará la periodicidad con la que se debe cambiar, fertilizar o dejar reposar la tierra; esto pasa incluso en espacios grandes como las granjas, parcelas, huertos industriales e invernaderos, siempre se depende del tipo de suelo, el abasto de agua y los recursos espaciales.