Alfredo Pérez Nájera, adscrito al Departamento de Salud y Enfermedad como Proceso Individual, del Centro Universitario de Tonalá (CUTonalá), explicó que si bien esta práctica se asocia más al consumo de andrógenos, que son las hormonas sexuales masculinas parecidas o derivadas de la testosterona, también se utilizan productos como el clembuterol, que se conoce más por su uso veterinario y, aunque no es andrógeno, actúa en algunas partes del organismo.
“También hay quienes usan la hormona del crecimiento, que se utiliza para chicos con talla baja o que son deficientes, y otros incluso la insulina, obviamente de manera subrepticia y no con indicación terapéutica”.
Explicó que de forma terapéutica, la dosis para tratar como suplemento a personas deficientes es de alrededor de trescientos miligramos de tetosterona o su equivalente a la semana, mientras que las personas que la utilizan para el desempeño físico utilizan hasta cuarenta veces más esta dosis.
“Ese es el problema, los efectos sobre todo a nivel de sistema nervioso central y reproductivos se ven más pronto, con algunos meses de uso, pero a largo plazo es cuando se ve el efecto hepático, cardiaco, puede provocar arritmias y otro tipo de afectaciones”.
Comentó que con la idea de prevenir estos efectos los usuarios implementan estrategias cíclicas, donde durante un periodo de tiempo utilizan ciertos fármacos, despuésun periodo de descanso y finalmente la asunción de otro grupo de andrógenos, con la finalidad de que cada uno actúe a su manera.
“El problema es cuando el efecto adverso se presenta, no es algo en lo que se haya puesto mucha atención en ensayos clínicos, pero se sabe por comunicaciones personales”.
En los esteroides orales, el efecto principal, comprobado, es el daño hepático que puede llevar a una enfermedad crónica a la persona y desencadenar en una hepatitis o en cirrosis.
“Algo a lo que se le asocia mucho puede ser una atrofia testicular, disminuir el tamaño de los testículos, disfunción eréctil, en el caso de las mujeres aparición de vello, crecimiento de clítoris, caída de cabello. También están los efectos psicológicos como agresividad, irritabilidad, hace que las personas sean más explosivas, celosas y paranoicas”.
Pérez Nájera dijo que la sugerencia es hacer estudios clínicos de sangre para conocer el estado físico del usuario, una biometría hemática, verificar la función del hígado y renal, niveles hormonales, desempeño físico y repetirlo una vez terminado el ciclo de uso.
“En la primera señal de daño o efectos adversos suspender su uso definitivamente. Invito a los profesionales de la salud a estar mejor informados sobre este tema para aconsejar mejor al usuario”.