Anabólicos: tras la ilusión de un cuerpo perfecto

LAURA SEPÚLVEDA VELÁZQUEZ

foto: abraham aréchiga

Por estética, recomendación o para alcanzar las metas más rápido, el uso de anabólicos que ayudan al incremento de masa muscular es una práctica común, sin control y regulación, que conlleva riesgos que algunos desconocen y otros están dispuestos a asumir.

Especialistas coinciden en señalar los efectos secundarios negativos para la salud, que van desde los físicos hasta los psicológicos.

Alfredo Pérez Nájera, adscrito al Departamento de Salud y Enfermedad como Proceso Individual, del Centro Universitario de Tonalá (CUTonalá), explicó que si bien esta práctica se asocia más al consumo de andrógenos, que son las hormonas sexuales masculinas parecidas o derivadas de la testosterona, también se utilizan productos como el clembuterol, que se conoce más por su uso veterinario y, aunque no es andrógeno, actúa en algunas partes del organismo.

“También hay quienes usan la hormona del crecimiento, que se utiliza para chicos con talla baja o que son deficientes, y otros incluso la insulina, obviamente de manera subrepticia y no con indicación terapéutica”.

Explicó que de forma terapéutica, la dosis para tratar como suplemento a personas deficientes es de alrededor de trescientos miligramos de tetosterona o su equivalente a la semana, mientras que las personas que la utilizan para el desempeño físico utilizan hasta cuarenta veces más esta dosis.

“Ese es el problema, los efectos sobre todo a nivel de sistema nervioso central y reproductivos se ven más pronto, con algunos meses de uso, pero a largo plazo es cuando se ve el efecto hepático, cardiaco, puede provocar arritmias y otro tipo de afectaciones”.

Comentó que con la idea de prevenir estos efectos los usuarios implementan estrategias cíclicas, donde durante un periodo de tiempo utilizan ciertos fármacos, despuésun periodo de descanso y finalmente la asunción de otro grupo de andrógenos, con la finalidad de que cada uno actúe a su manera.

El problema es cuando el efecto adverso se presenta, no es algo en lo que se haya puesto mucha atención en ensayos clínicos, pero se sabe por comunicaciones personales”.

En los esteroides orales, el efecto principal, comprobado, es el daño hepático que puede llevar a una enfermedad crónica a la persona y desencadenar en una hepatitis o en cirrosis.

“Algo a lo que se le asocia mucho puede ser una atrofia testicular, disminuir el tamaño de los testículos, disfunción eréctil, en el caso de las mujeres aparición de vello, crecimiento de clítoris, caída de cabello. También están los efectos psicológicos como agresividad, irritabilidad, hace que las personas sean más explosivas, celosas y paranoicas”.

Pérez Nájera dijo que la sugerencia es hacer estudios clínicos de sangre para conocer el estado físico del usuario, una biometría hemática, verificar la función del hígado y renal, niveles hormonales, desempeño físico y repetirlo una vez terminado el ciclo de uso.

“En la primera señal de daño o efectos adversos suspender su uso definitivamente. Invito a los profesionales de la salud a estar mejor informados sobre este tema para aconsejar mejor al usuario”.

La parte negra del deporte

Para el entrenador y psicólogo del deporte Gustavo Nuño Miramontes, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), el consumo de estas sustancias en los deportistas de alto rendimiento se da entre quienes siempre esperan estar en los niveles más altos de rendimiento

Explicó que el fenómeno de usar esas sustancias prohibidas en el plano deportivo se da en dos niveles, uno tener mucha conciencia de querer hacer trampa buscando el rendimiento deportivo y quien lo consume por ignorancia o recomendación.

“En la gente común encontramos un deterioro de la autoestima, autoimagen, de crecer la masa muscular, verse más atlético y entran al gimnasio para buscar una vida saludable; el problema es cuando rompes ese equilibrio y buscan algo más y viene el consumir esteroides anabólicos”.

Dijo que se debe trabajar en prevención, atacar la conciencia en el plano deportivo en dos categorías: la primera los deportistas de rendimiento máximo.

“Y está la parte del deportista joven y lo que hay que hacer en ambos casos son campañas constantes de prevención de una vida sana, que lo mejor es el alimento, ir con el nutriólogo”.

Nuño Miramontes explicó que en el ámbito universitario debería haber programas específicos en las preparatorias donde se promueva el desarrollo del ejercicio físico con miras a llevar una vida sana y enlazarla con la universidad, y de ahí cuidar a los deportistas de rendimiento máximo.

El fitness para vivir, no vivir para el fitness

Desde hace 20 años Viridiana Lomelí ha estado involucrada en el deporte y en los últimos tiempos se ha dedicado a ser entrenadora. Desde su experiencia hay más tendencia en hombres que en mujeres en consumo de anabólicos y esteroides, especialmente en el fisicoculturismo, debido a que en ocasiones se tiene poco tiempo para la competencia y este proceso es una manera rápida de construir un cuerpo.

“Muchos lo hacen simplemente porque llegan al punto de desesperarse, comparándose con otro con mejor físico, que lleva más años entrenando y quieren verse igual. Los motiva tener resultados más rápidos en su físico”.

En cuanto a los riesgos, explicó que pueden ser tan graves como llegar a la muerte.

“He sabido de personas, fisicoculturistas especialmente, que pierden la vista, alguna extremidad de su cuerpo, deformidades, problemas cardíacos, en los riñones, efectos secundarios como acné, caída del cabello”.

En cuanto a las recomendaciones, dijo que lo más importante es la salud, la alimentación lo más natural y limpia posible, combinada con el ejercicio físico.

“Acompañado de nutriólogo y de un entrenador puedes llegar a tus objetivos. El fitness para vivir. No vivir para el fitness”.

Aprender a la mala

“Roberto”, de 37 años, llevaba ya mucho tiempo entrenando, y, como a muchos en algún momento, le llegó la inquietud de probar loa anabólicos: su aspecto cambió, los halagos llegaron y pronto entro en un círculo vicioso.

 

“Comencé con dosis relativamente pequeñas y pocas sustancias, cuando vi más resultados me esperé tres meses y después decidí probar con otras sustancias, me empecé a poner mejor. El detalle es que cuando empiezas a ingerir más sustancias tu cuerpo empieza a demandar más oxigenación, más volumen de comida y eso hace que el músculo trabaje más, y en caso del corazón, hay estudios científicos que dicen que se agranda, incrementa la presión”.

 

Fue a los seis meses de consumo cuando vinieron los problemas, que no terminaron en infarto, pero sí en una arritmia cardiaca.

 

“La experiencia fue muy lamentable, yo traía una malformación congénita que no me afectaba y lo que generó que mi presión se elevara fue por unas sustancias intravenosas. Eso fue hace como tres años y desde entonces no volví a consumirlos. No los recomiendo, desafortunadamente a veces uno tiene que aprender a la mala. Tomé mucha conciencia para seguir entrenando, yo sé que el ejercicio es bueno”.

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