Para algunas mujeres, ser madre es un regalo al que dedican su vida. Años más tarde, a pesar de la dificultad para moverse y realizar las faenas del hogar, atienden a sus nietos. Pero al final de sus días se vuelven invisibles. Sus propios familiares las abandonan y la sociedad les arrebata sus derechos.
El Síndrome de la invisibilidad y la discriminación son dos formas de violencia que a diario sufren las adultas mayores, agresión psicológica que daña y devalúa su autoestima y sus actividades psicológicas, hasta llevarlas al aislamiento.
En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, a celebrar este 25 de noviembre, la psicóloga Lilia Méndez Romero (jubilada de la UdeG), apunta que no existe conciencia familiar ni social al respecto. La familia no respeta, por el contrario, agrede o desprecia a sus ancianas, y la sociedad no las protege tampoco de ninguna manera. “Hay algo que le lastima mucho a la mujer vieja, y es que le retiren los roles que siempre había jugado. Es decir, el rol de madre, el de abuela y el de mujer activa dentro de la casa. Se deteriora continuamente la autoestima de la mujer vieja, y esto es peor que la violencia física, pues se va devaluando poco a poco. Las tratan como objetos que ya no sirven y las arrinconan”.
Aunque parezca una realidad distante, un importante número de ancianas son víctimas de golpes y abuso sexual. Lilia Méndez calcula que una de cada 20 mujeres mayores son víctimas de abuso sexual, y que una en cada 30 sufre violencia física.
Lejos de ser tomadas en cuenta por la sociedad, las ancianas también son utilizadas para mendigar o para vender productos en las calles, opina Héctor Camilo Sánchez Beltrán, investigador de la Clínica de salud mental del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS). “Abusan de las mujeres mayores porque ellas conmueven a la gente, para que les entregue una moneda”.
Dijo que para resolver esta problemática se necesitan más que leyes y programas. “Cada día aparecen más personas mayores pidiendo dinero o limosna en la calle, este fenómeno ya no es invisible. Por lo regular son personas solas, pero no se descarta que tenga familiares que los utilizan o los obligan a buscar su sustento”.
Derechos del anciano, ignorados
A pesar de que existe un documento que establece los derechos del anciano, y una Ley para la atención de los ancianos en Jalisco —que forma parte del código de asistencia social del estado (promovida por especialistas en la UdeG y aprobada el 23 de diciembre de 1999)—, las garantías de los ancianos son ignoradas, y no se toma en cuenta la legislación ningún sector de la sociedad.
Felipe de Jesús Garibay Valle, presidente de la Academia de derecho penal del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), fue uno de los académicos que colaboró en el impulso de esta ley. Explica que ni el gobierno del estado ni las autoridades locales destinan partidas especiales para apoyar a este sector de la población. “No hay una idea exacta de en qué dependencia implementar casas de asistencia, se debe crear una verdadera red asistencial. Las mujeres tienen un panorama desolador, pues su esperazan de vida es más prolongada. Al final del camino están solas y únicamente reciben del Seguro Social entre mil 500 y mil 900 pesos mensuales, que no les sirven para poder mantenerse”.