Entre el bullicio de la ciudad, las pálidas paredes de este silencioso gigante se imponen con solemnidad y orgullo, y adentro, sus pasillos han sido testigos del paso de los más grandes artistas, convirtiéndose desde hace 30 años en un santuario donde el arte y los visitantes se hacen uno por algunos momentos.
Con una historia que se remonta a tres décadas atrás, el Museo de las Artes (MUSA) de la Universidad de Guadalajara (UdeG) es uno de los recintos culturales más emblemáticos de la ciudad, con una vasta colección en un lugar que cautiva con sus formas y que alberga el trabajo de José Clemente Orozco.
Desde el segundo piso de este recinto, la directora del MUSA, Maribel Arteaga, recuerda los primeros pasos del museo en 1994, cuando sólo estaba conformado por la planta baja del edificio y una modesta colección de poco más de 30 piezas.
“Hemos transitado a lo largo de estos 30 años con cuatro directores y con cada uno de esos periodos y los momentos importantes de adquisición o donación de obras es que hemos podido incrementar el acervo a lo largo de los años”, indicó.
Actualmente el MUSA cuenta con un acervo de más de 190 piezas, entre las que destacan trabajos de artistas y personalidades como José Parres Arias, María Luisa González Aréchiga, François Dolmetsch, Gabriel Flores, Estanislao Contreras, y más.
El trabajo de estos artistas se exhibe actualmente y hasta el 27 de octubre como parte de la exposición Revelaciones. Colección MUSA, en la que las y los visitantes podrán conocer un poco del acervo que ha resguardado este museo en las últimas tres décadas.
“La exposición Revelaciones saca las 70 piezas que el curador Moisés Schiaffino creyó prudente para hacer esta fiesta por los 30 años”, mencionó.
Por los pasillos del MUSA es común ver a José Clemente, pero también se ha visto a Remedios Varo, Pablo Picasso, Diego Rivera, María Izquierdo, Leonora Carrington, Henri Matisse y otros exponentes que se han clavado en los sentidos de miles de visitantes.
Entre sus exposiciones más concurridas en la última década, el MUSA reporta a Kahlo sin fronteras (2023) con 56 mil 993 visitantes; Los Modernos (2016) con 45 mil 854 asistentes; Los disparates de Goya (2018) con un público de 44 mil 295 personas, y Remedios Varo. La dimensión del pensamiento (2015) con 43 mil 207 espectadores.
Maribel Arteaga resalta la exposición Los Modernos, que trajo a Guadalajara más de un centenar de obras de los acervos del Museo de Bellas Artes de Lyon, Francia, y del Museo Nacional de Arte de Ciudad de México.
Pero también se dice satisfecha de las cerca de 300 exposiciones que se han realizado en los últimos 10 años dentro del recinto y de ser guardianes de las 439 obras que conforman la colección Grodman.
Con un acervo de piezas que sorprenden a propios y extraños, el MUSA continúa creciendo, con un alcance de más de 1 millón 200 mil 226 visitantes desde noviembre de 2013.
Por ahora, Maribel plantea el reto de convertir al MUSA en un espacio aún más incluyente, con un trabajo que trascienda la expectación e invite a la reflexión, y características que fomenten que los visitantes se apropien de las instalaciones.
Antes de ser museo, el edificio que alberga al MUSA fue pensado como escuela, palacio legislativo y como oficinas burocráticas.
Pero no fue hasta hace 30 años que se consolidó como el recinto que ahora es y que no sólo es un albergue de la cultura, sino que también ha sido el hogar para quienes día a día acercan las artes a miles de curiosos que se aventuran en las escaleras del edificio.
“Ha sido una gran experiencia para mí como líder del equipo; hoy puedo contar 28 personas que nos acompañan para el trabajo de investigación, realización, mano de obra, limpieza, montaje”, mencionó Maribel, quien ha sido directora del MUSA por 11 años.
Con añoranza, relata aquellos tiempos en 1979 cuando daba sus primeros pasos dentro de la Universidad o cuando las escaleras de ese recinto y el eco de su voz eran sus únicos acompañantes en las amargas noches que pasaba dentro.
Pero regresa al presente tras recordar el compromiso que representa dirigir el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara, una encomienda que pronto podría ser el cierre a una carrera de 40 años en la Casa de Estudio.
Además, se considera una leona de corazón, como miles en la Red Universitaria, y dice estar segura del trabajo que deja luego de 11 años en la dirección del recinto y las cientos de anécdotas que se esconden entre los pálidos muros del MUSA.
Desde las escaleras que dan al segundo piso, el sol se filtra por las ventanas e ilumina a la directora del MUSA cuando comparte sus recuerdos. Aunque el Museo de las Artes es una fortaleza que resguarda tesoros, también es un suave gigante que se quedará para siempre con un toque de la esencia de Maribel.
“Creo que para mí este espacio no sólo es el más emblemático en la universidad, sino que es el más icónico en mi vida”.
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