Irónico, sarcástico (¿apático?), pero está consciente de que quizá lo odien por lo que escribe, porque no lo hace para complacer a nadie: “No soy alguien que escriba para complacer a las grandes figuras de la literatura”. Así es este escritor tapatío, reconocido internacionalmente por su última novela, Recursos Humanos, que consiguió ser finalista del premio Herralde. y que fue editada por Anagrama. También se ha dedicado al periodismo en los últimos 10 años. Actualmente es jefe de redacción en el periódico Público, pero ha sido reportero, redactor, editor, y jefe de cierre. Ha publicado también la novela El buscador de cabezas y una compilación de cuentos: El jardín japonés.
novela
Es un espacio de libertad verbal, imaginativa. La novela es un espacio para despotricar, un espacio para vengarse de la realidad, para festejar la vida, para festejar el lenguaje y también para cuestionarlo. No soy particularmente entusiasta de leer las reseñas que hacen sobre mis libros, pero hasta donde entiendo, en lo que han coincidido algunos críticos es en que me centro mucho en el trabajo verbal y en el humor negro, que es, supongo, una característica más o menos notable de lo que escribo.
admiración
Mis admiraciones son básicamente literarias, admiro a la gente por lo que escribe, nunca he admirado a un escritor por sus adecuadas posiciones sociales o por cuántos desplegados firma. A mí me encantaría pensar que hay algo de Shakespeare en lo que escribo. Me asustaría que lo que escribo sea tan divertido como lo que escribió Ibargí¼engoitia, tan riguroso como Borges, tan confrontativo como lo de Nabokov.
lectura
Tengo mil novelas favoritas, tiene que ver con el momento en que las lees y con lo que te dicen al releerlas. No tengo una especie de canon único o de novela que me parezca incomparable. Creo que un escritor se hace más respecto a las cosas que no lee o que no le gustaron. Eso se refleja más en uno que las cosas que sí me entusiasman y que no necesariamente han sido otras novelas. Tengo mil novelas favoritas, no hay una superior a todas. Podría decir que depende del día o de la hora, podría ser la Biblia o El satiricón, o el Decameron si lo entendemos como una novela armada con muchos cuentos… tal vez cosas más recientes como las cosas de Nabokov, de Dostoievski o Tolstoi. Ahora estoy ecuménico, por eso comento esto.
sátira
Mi propio pensamiento tiene muchos puntos de contacto con la ironía. Yo generalmente cuestiono las cosas que escucho, que leo, que me cuentan… la formulación de la ironía deviene cuando se agrupa de alguna manera, cuando es parte de la visión propia deviene inevitablemente de algún modo u otro la sátira. Pero también, a la vez, uno escribe en cierta medida en contra de sus actitudes, porque de otro modo te encierras en uno o dos talentos posibles o autoasumidos, y finalmente pierdes la idea de lo que es verdaderamente literatura, que es un viaje, un contraste, una confrontación.
personaje
Yo creo que toda persona tiene algo de un personaje de Shakespeare, y a lo mejor en mi caso se dio una mezcla de Falstaff, Hamlet, Ricardo III y Enrique V, es decir, algo de ética, algo de sutileza, nobleza, y vehemencia además.
reconocimiento
Supongo que cuando uno se entera a través de terceros, de que alguien a quien uno no conoce y que probablemente nunca conocerá, se expresó bien de tu libro. Realmente yo no soy alguien que escriba para complacer a las grandes figuras de la literatura y granjearme las voluntades de los viejitos; realmente las cosas que me emocionan es cuando me dicen que algún muchachito o muchachita a quien no conozco se expresó bien de mi libro o se mostró entusiasmado por lo que leyó. Sé que no tengo que conocerlo, me basta con que le haya gustado el libro. Ese es el tipo de cosas que más me suelen interesar.