Aprendizajes memorables en el Museo Nacional de Antropología

Gracias a un par de investigadores comprometidos, la visita a ese recinto icónico de la Ciudad de México se convierte no sólo en un recorrido por la historia del país, sino una oportunidad para embeberse de conocimientos y de la mexicanidad que aún persiste hoy en día

El Museo Nacional de Antropología es uno de los edificios que más sorprenden por su arquitectura: esa fuente al centro sostenida por nada más que por un pilar central y que parece flotar en medio de los edificios, por ejemplo, queda en la memoria de sus visitantes. Una estructura que convive en medio del bosque de Chapultepec con los vendedores que tienen sus puestos a las afueras de la explanada, atentos a la llegada de los turistas nacionales, extranjeros y algunos despistados que llegaron al MNA por un mero encargo académico.

Este fue el punto de reunión en el que me encontré con el doctor Jesús Peralta, quién, junto al doctor Felipe Tirado, desarrollan un proyecto en el que buscan entender a los museos como un espacio para la educación y que va más allá de la enseñanza en las aulas. 

Al ingresar al recinto recibo un mensaje de Jesús, quién me comenta que está iniciando el recorrido con sus alumnos de psicología de la Facultad de Estudios Superiores de Iztacala; Lo encuentro en lo que parece ser la primera sala del museo: “Introducción a la Antropología”, menciona un letrero en la parte alta. Peralta me saluda y platica un poco de lo que buscan hacer con esta visita: “Vamos a realizar dos recorridos: el primero es libre y dejamos que las personas se encuentren en el espacio, la segunda es una visita guiada con Felipe”.

El grupo de observación está conformado por ocho personas, la mayoría de ellas son estudiantes de psicología de la clase que imparte Jesús; uno de ellos es un niño de no más de 13 años que acompaña a su hermana y se une emocionado a este recorrido. En esta primera sala se encuentran vestigios de los primeros seres humanos en la tierra, una maqueta que representa la caza a un mamut: “Me gusta traer a mis alumnos aquí, porque no es lo mismo aprender en las aulas que trasladarlo a un lugar donde pueden ver los ejemplos”, explica contento. 

Los estudiantes dan vueltas por la sala acercándose a las diferentes piezas y tomando fotos, luego piden tomarse una con el doctor Felipe, antes de entrar a la segunda sala. El reloj apenas marca las 11 de la mañana y en el museo la cantidad de personas va en aumento. 

Una señora con rasgos de Europa choca con una de las estudiantes, ésta enseguida pide disculpas y sigue con su camino, sin darse cuenta de que la señora con quién acaba de chocar se sorprende por su actitud. Es que este museo recibe visitas de personas de diferentes países, a la entrada incluso había turistas que recién llegaban con sus maletas y que hicieron una parada en el museo para esperar al check-in en sus hoteles. Una bienvenida que seguro los sorprenderá por la extensión del museo diseñado por Pedro Ramírez Vazquez hace más de 50 años bajo la instrucción del presidente Adolfo López Mateos.

Es que el recinto se va adentrando por los diferentes periodos de la historia prehispánica de México, y Jesús comenta que la idea de la visita es resaltar los elementos de nuestras culturas que hoy en día aún existen, haciendo que los estudiantes puedan reconocerse en la historia que por sí sola nos está contando el museo. Con el paso de las salas, la atención del grupo se va dispersando, algunos se enfocan en una pieza, mientras que otros parecen más interesados en la arquitectura que existe en las réplicas mostradas en el museo.

Jesús me cuenta que este modelo de investigación está realizado a través de los diseños experimentales más comunes, una evaluación pre-test/post-test, la cual consiste en una evaluación previa que se da con el recorrido libre y una evaluación de cómo se percibe el museo; posteriormente se realiza una evaluación post-test cuando termina el recorrido guiado. Este método, menciona Jesús, es utilizado por ejemplo en la investigación farmacológica. 

“Cuando utilizas un medicamento nuevo, pongamos el caso, para controlar la ansiedad, el investigador farmacológico hace la medición de la ansiedad, después suministra el medicamento y vuelve a medir los niveles de ansiedad, y así podemos saber que tan eficiente es el medicamento”.

El tiempo nos come en el recorrido y Jesús se aleja para escuchar las indicaciones del doctor Felipe, quién le pide agilizar la visita porque el itinerario va retrasado. Peralta le tiene mucho respeto a Tirado. Me cuenta que él solo lleva siete años en el proyecto, casi nada comparados con los más de 40 años que tiene Felipe en la investigación.

“Yo empecé de muy joven, estaba todavía en la carrera, desde mucho tiempo atrás yo sabía que quería ser científico. De pequeño cuando me visualizaba como adulto, yo me veía con batas trabajando, haciendo experimentos químicos en un laboratorio y bueno, las cosas fueron cambiando. Pero supe todo el tiempo que quería dedicarme a la investigación”.

Esto se ve reflejado en la forma en que sus alumnos se acercan a él para preguntarle sobre el recorrido y, de la misma forma en que el muestra admiración por el trabajo del doctor Tirado, sus alumnos parecen respetarlo, admirarlo y saber que es una persona a quién pueden expresarle sus dudas.

Al término del primer recorrido paramos para realizar la evaluación. El doctor Felipe nos invitó a realizar un mapa conceptual y contestar una encuesta. Jesús agregó que la evaluación, más que ser para nosotros mismos, era para el museo, para poder detectar si existía una función que ayudara a la educación a través de una visita y si cumplía con sus objetivos.

Los estudiantes se ponen a pensar, a recordar lo que vieron y de repente comienzan a salir las ideas: de manera casi automática se agrupan por periodos preclásico, clásico, postclásico, como se puede leer en algunos de los trabajos que escriben. 

“De pequeño cuando me visualizaba como adulto, yo me veía con batas trabajando, haciendo experimentos químicos en un laboratorio y bueno, las cosas fueron cambiando. Pero supe todo el tiempo que quería dedicarme a la investigación” ​

Jesús nos invita a acercarnos a la entrada del museo dónde ya se encuentra Felipe. Cuando llegamos el doctor nos comienza a explicar la importancia del museo, nos da un recorrido por la historia indicándonos que la idea del recinto es acercar la mexicanidad a los visitantes, que se sientan identificados con los elementos que están expuestos en su propia vida.

Al inicio del segundo recorrido podemos notar un cambio: los elementos son los mismos del primer recorrido, pero ahora con la historia contada por Felipe. Aunque por cuestiones de logística el recorrido es más rápido, la información resulta más interesante. Es un museo diferente ahora: las exposiciones cobran un sentido que parecían no tener, el espacio sigue teniendo un aire antiguo, pero dentro de esta solemnidad que guarda el Museo Nacional de Antropología e Historia, las piezas empiezan a dialogar unas con otras.

Jesús se mantiene alerta observando al grupo que acude con él y se acerca de vez en cuando para apoyar a Felipe con el material que tiene preparado. Platicando con Jesús me comenta: “Me siento legitimado haciendo un esfuerzo adicional a lo que me piden en la jefatura de la carrera” y es algo que se nota en la relación con sus alumnos, a quienes guía por las salas, pero también los instruye para relacionar el recorrido con los temas que abordan en su clase.

Al término del segundo recorrido el doctor Felipe nos da unas palabras de despedida, nos invita a seguir explorando el museo y le cede la batuta a Jesús. El profesor toma su postura como líder del equipo y nos invita a regresar al restaurante donde realizamos el primer mapa conceptual: ahora hay una mesa apartada para nosotros lejos del bullicio y de las pláticas en inglés, francés y español que se escuchan de fondo en las mesas de la entrada.

Al sentarnos Jesús interactúa con nosotros, nos invita a realizar un nuevo mapa conceptual y a llenar una encuesta —el trabajo postest—. El ambiente se va relajando, se puede sentir el final de la actividad cerca; hay un aire de confianza y de respeto de los alumnos hacia Peralta. 

La charla fluye en medio de bebidas que el doctor Felipe deja de cortesía y a manera de agradecimiento para el grupo que tuvo la suerte de asistir. Después de salir de aquel restaurante dentro del museo, subimos las escaleras con el Sol de la 1 de la tarde pegando en nuestra espalda. Habían pasado más de tres horas desde nuestra llegada al museo, pero el tiempo avanzó sin que lo percibiéramos dentro de las salas, donde los minutos se sentían diferentes.

Me despido de Jesús y de sus alumnos sabiendo que existen maestros que entienden la educación como una vocación, en la que dar un extra es parte de lo que necesitan los estudiantes para crear un aprendizaje memorable.

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Este contenido es resultado del Programa Corresponsal Gaceta UdeG que tiene como objetivo potenciar la cobertura de las actividades de la Red Universitaria, con la participación del alumnado de esta Casa de Estudio como principal promotor del medio oficial de comunicación de la Universidad de Guadalajara.

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