A un mes de que la gobernadora de Arizona, Jan Brewer, firmara la Ley SB1070, continúa la indignación por su corte racista y no pasa un día sin que haya manifestaciones, tanto en Estados Unidos (EE.UU.) como en los países latinoamericanos. Sin embargo, los primeros efectos tangibles de esta legislación, que entraría en vigor en el mes de junio, convirtiendo en reato estatal el ser indocumentado, son las deportaciones y el miedo que padecen muchos de los 460 mil migrantes que viven ilegalmente en este estado de la Unión Americana.
La ley faculta a los policías para revisar a cualquier persona si sospechan —en particular por sus características físicas—, que pueda ser indocumentada, obligando por ende también a los que residentes legales en el estado a llevar consigo constantemente su documentación. Además, permite denunciar a agencias gubernamentales que obstaculicen las leyes de inmigración y tipifica como delito el contratar como jornaleros o también transportar a sabiendas a indocumentados.
La preocupación y la afectación económica que conllevaría la aplicación de estas medidas, propiciaron que muchas familias de migrantes indocumentados ya comiencen a huir de Arizona, abandonando sus trabajos y sus casas.
… hasta el tianguis está solo
Héctor Gutiérrez tiene 31 años viviendo en los Estados Unidos, donde entró de “mojado” a los 18 años para irse a trabajar a California. El jalisciense, originario de Colotlán, se mudó hace una década al barrio latino de Phoenix, capital de Arizona. “Cuando llegué aquí todo era diferente, había mucho trabajo y no se sentía tanto la discriminación”.
Las cosas cambiaron paulatinamente, añadió, a medida de que Phoenix comenzó a expandirse y a recibir una gran cantidad de migrantes atraídos por las oportunidades laborales, hasta degenerar en los últimos tres años. “Ahora es muy difícil, hay retenciones y deportaciones, hacen redadas y te detienen nada más con verte el color de la piel”.
La promulgación de la nueva ley vino a empeorar las cosas. “La gente está asustada. El fin de semana pasado fui con mi señora a un tianguis frecuentado en su mayoría por latinos, y el estacionamiento y todos los puestos estaban vacíos, cuando por lo regular se batalla para encontrar un lugar”. Agregó que “antes los domingos uno iba a divertirse en la tarde a lugares donde se presentan artistas o aficionados, pero ya están solos, la gente hispana del barrio no sale por miedo, hasta las calles y las tiendas están más vacías.
”El lugar en donde vivo es una comunidad de 85 casas. Cuando las construyeron se llenaron de volada, y ahora la gente se está yendo, se ven casas abandonadas, todas rayadas y con grafitis”, agregó Gutiérrez. “Es una cosa muy triste, porque además entre los que se quedan hay mucha gente sin trabajo, que de veras necesita mucho apoyo”.
Tensiones sociales
“La psicosis de persecución y de terror que viven los migrantes en Arizona no se puede menospreciar”, afirmó Mario Cabreira, director de relaciones públicas de CHIRLA, Coalition for Human Right of Inmigrant and Refugees en Los íngeles. “No puede vivir tanta gente bajo ese miedo y que Estados Unidos siga como si no pasara nada, porque de otra manera vamos a seguir viendo actos de desobediencia civil y mucha más inestabilidad social”.
En este sentido citó arrestos que se verificaron en Los íngeles, Chicago y Washington, y el caso de cuatro estudiantes que hace dos semanas se dejaron detener en Arizona. Al respecto, Fabiana Rodríguez, artista y activista que radica en EE.UU., dijo que “en todas partes del país los jóvenes indocumentados están siendo los líderes en esta batalla para los derechos de los inmigrantes”.
Definió la Ley SB1070 de racista y xenófoba, fruto de la criminalización que se está creando en el país entorno a los latinos, la que constituye una grave afectación a sus derechos dado que se basa en la discriminación por las características físicas, pues “los policías pueden revisar el estatus migratorio de las personas por cómo se ven, y eso crea una situación en que la gente hispana no quiere salir de su casa, y también afecta a los residentes legales, ya que crea un clima de desconfianza entre la comunidad y las fuerzas del orden”.
Cabreira explicó que los que se oponen a esta legislación, para derribarla están empleando tres estrategias: a nivel legal, a través de demandas a nivel local y federal, la presión política y el boicot económico. Debido a esta última medida, mencionó que se estima que Phoenix perderá 90 millones de dólares en el siguiente lustro, y que la ciudad de Los íngeles va a dejar de gastar en Arizona alrededor de 50 millones de dólares en este año.
Falta de leyes migratorias
“La reacción de Arizona ante la falta de acción por parte del Gobierno Federal y de una reforma migratoria, ha sido la excusa que se ha utilizado para poder aprobar esta ley dentro del Estado”, dijo Cabreira, pero agregó que “es cierto que las leyes en este momento en EE.UU. necesitan cambios significativos, o seguiremos experimentando una crisis humana bastante seria”.
Citó que mil 200 personas son deportadas todos los días, casi un millón en total en el año pasado, “entonces estamos viendo tanto la destrucción de nuestras familias, como el impacto negativo en la economía de las localidades y de la nación”. Esto es preocupante, añadió, “y nos hace ver que el inmigrante, y en particular el latino, está sufriendo las secuelas del cáncer de la intolerancia en este país, y todavía no vemos una acción específica del gobierno federal para detener este movimiento”.
En este sentido, con respecto a la actuación del presidente Obama, subrayó que en campaña prometió que llevaría a cabo una reforma migratoria, que aún no ha realizado. “Además, sus acusaciones hacia la ley de Arizona son tibias y no son suficientes, nosotros queremos que aparte de condenar la ley, tome medidas administrativas, como detener las deportaciones y las redadas”.
Asimismo, pese a reconocer su importancia, desconfía en la legitimidad de las denuncias en contra de esta ley antinmigrante por parte de presidentes de AL, incluyendo a Felipe Calderón.
“Siempre que los líderes latinoamericanos se levantan en contra de la injusticia, es un buen día. Sin embargo, esto no es suficiente si en sus países no practican el mismo nivel de respeto a los derechos humanos y civiles tanto de los ciudadanos como de los migrantes que atraviesan sus territorios, por lo que es limitado el llamado que pueden hacer para un mejor trato hacia sus compatriotas que viven en EE. UU.”.