Armando está en su casa desde el 13 de marzo debido a la cuarentena por el coronavirus Covid-19. Con ello comenzó a incrementar su consumo de alcohol. Antes consumía estas bebidas solo los fines de semana, pero con el confinamiento empezó a ingerir entre tres o cuatro cervezas al día.
“Cuando uno anda trabajando, ni tiempo hay de tomar. No llego a embrutecerme, pero sí tomo para estar relajado, más tranquilo, estar en casa con menos estrés y llevar la cuarentena con mayor calma, sí he aumentado un poquito”.
Desde que disminuyeron los días de trabajo, tuvo que confinarse y sólo sale a atender algunos pendientes de la empresa donde trabaja o a asuntos esenciales. Con el paso de los días la cerveza comenzó a escasear y a subir sus precios.
“Pues ya la cerveza está muy cara, cambiamos a tequila. Conviene más comprar una botella y rinde más. Antes tomaba dos o tres botellas por semana y ahora sí se ha incrementado”, dice Armando, quien admite que tiene arraigada la costumbre de beber para relajarse.
La consultora Nielsen México, por ejemplo, dio a conocer que del cinco al 11 de abril hubo un incremento del 63 por ciento en la venta de bebidas alcohólicas en el país en comparación con el mismo periodo de 2019.
En el confinamiento el consumo de alcohol en exceso es un cuchillo de doble filo. Si bien muchos asocian estas bebidas con la alegría o con el relajamiento, no es la mejor forma de regular las emociones, considera Norma Alicia Ruvalcaba Romero, integrante de la Sala de situación de la Universidad de Guadalajara (UdeG) ante el Covid-19.
“Aquí el problema es que nos falta educación emocional. Debemos tener el entrenamiento, la educación emocional para gestionar nuestras emociones y no necesitar sustancias que tengan efecto en nuestro sistema nervioso, porque a lo mejor de manera inmediata tienen un efecto desinhibidor, sin embargo las repercusiones a nivel fisiológico, neurológico, social, al final hunden más a la persona en una enfermedad”, explica la especialista.
La oficina para Europa de la Organización Mundial de la Salud emitió un comunicado en el que insta a reducir el consumo de alcohol durante la pandemia, pues afirma que el alcohol puede poner a las personas en mayor riesgo de contraer el coronavirus, exacerbar la vulnerabilidad de la salud, los comportamientos de riesgo, los problemas de salud mental y la violencia.
Detonador de violencia
Otro riesgo es que el alcohol es un detonador de la violencia intrafamiliar, señala la regidora e integrante del Consejo del Instituto Municipal de las Mujeres de Guadalajara, Claudia Gabriela Salas Rodríguez.
“Estamos regodeándonos en las violencias. Hay escasez de cerveza porque aumentó hasta en 70% el consumo de alcohol en los hogares. Y lo tenemos muy medido quienes estudiamos el tema de la violencia contra las mujeres: el alcohol es un vehículo importantísimo de violencia hacia ellas. Es un detonante de violencia, y de violencia sexual, que es la que más marca para mal a las mujeres”, indica Salas Rodríguez, quien es abogada por la UdeG y maestra en Género y Política Pública por la UNAM.
La diputada federal Verónica Juárez Piña advirtió desde el 12 de abril sobre el repunte de casos de violencia intrafamiliar. En su pronunciamiento citó cifras del Instituto Nacional de las Mujeres, que reportó un aumento de hasta 100% en las llamadas de auxilio al “911” por violencia doméstica, 66% de las cuales son por agresiones físicas. Y entre otras acciones, alertó que se debía limitar la venta de alcohol.
“El foco rojo siempre está prendido en el consumo del alcohol. La ansiedad más bien se da en otras adicciones a otras sustancias, pero la cerveza es más un pretexto. Para decir que como no tengo mi chela me pongo violento. Y no. No hay pretexto con o sin cerveza. El alcohol en sí es un detonante de violencia, el alcohol disminuye tu nivel de tolerancia a la frustración y le toca a las mujeres vivirlo”, añade Claudia Salas Rodríguez, quien también cuenta con una Especialidad en Procuración de Justicia con Perspectiva de Género en la UNAM.
Por su parte, Norma Ruvalcaba añadió que la escasez y el aumento del precio de la cerveza, debidos a una temporal suspensión de labores de las plantas productora por la contingencia, no debe ser un factor de estrés, sino una oportunidad para aprender nuevas estrategias para manejar las emociones y estrechar los lazos familiares sin necesidad de bebidas alcohólicas.
“Una persona puede estar alegre sin necesidad del alcohol; sin embargo nuestra cultura también ha vinculado a la comida y a la bebida alcohólica con estados de ánimo positivos. Y que eso potencialmente induce a las personas en problemas más graves, a nivel social y familiar”, añade la también investigadora del Departamento de Clínicas de Salud Mental.
Ruvalcaba Romero recomendó que si una persona se siente desbordada emocionalmente haga uso de las líneas telefónicas para el acompañamiento psicológico en el 075.
En caso de que haya casos de violencia hay que marcar el 911, si es violencia de género especificar que se trata de un Código Violeta.