El festival de música Avándaro fue una expresión de la contracultura y un espacio para que la juventud se expresara con todas las libertades, coincidieron especialistas durante la mesa de diálogo “Poder, rock y contracultura. Avándaro a 50 años”, organizado por el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) y transmitido por redes sociales.
Enrique Marroquín, sacerdote y antropólogo, recordó que Avándaro fue una fiesta distinta a la de Woodstock, que fue más organizado y congregó a pequeños grupos no articulados; en cambio, en el festival en México imperó la improvisación, pero fue lo más parecido a una fiesta patronal mexicana.
“Había un sentido de la colectividad. El santo patrono es el tótem del pueblo, es la comunidad que se celebra a sí misma y en Avándaro existió ese espíritu de la comunalidad. En el fondo, flotaba esa utopía hipiteca y la fraternidad universal; tenía muchos elementos sacrales. Algunos venían desde Toluca caminando, además de sufrir privaciones”, pues no había dónde dormir, baños o dónde comer, indicó.
Añadió que entre los asistentes había un acuerdo implícito para que todos la pasaran bien, lo que se tradujo en un sentimiento de colectividad que sobrepasaba las clases sociales y las razas.
El festival fue mal visto por el ambiente de libertad sexual y de creencias con el que se desarrolló y que fue magnificado por los medios de comunicación de la época, tanto por los más liberales como por los ultra-conservadores.
“Había 250 mil o 300 mil jóvenes. La droga circulaba libremente, por todos lados veías danzas para exorcizar a la lluvia; por otro lado, personas desnudas, no con un sentido de morbosidad, sino de catarsis, de expresión de libertad”, declaró Marroquín.
Enrique Sánchez Ruiz, académico del CUCSH y músico de la banda 39.4, recordó que pudo cantar en Avándaro gracias a que el baterista del grupo tapatío La Fachada de Piedra no alcanzó a llegar, y los integrantes le pidieron echarse “un palomazo” con ellos.
Dijo que Avándaro fue un espacio de comunión musical, en el que todos los músicos compartieron y aprendieron en un ambiente de compañerismo, y en el que los jóvenes experimentaron un espacio de libertad.
David de Anda, especialista en cultura y rock mexicano, egresado del CUCSH y fundador del Tianguis Cultural en Guadalajara, señaló que Avándaro fue la máxima expresión de la contracultura en el país, que abonó a la libertad sexual y a la visibilización de las tribus urbanas.
Indicó que algunos intelectuales de la época reaccionaron con cierto conservadurismo que después pudieron rectificar, porque al final el rock, como una expresión contracultural, encontró su lugar pese a haber sido reprimido durante un tiempo.