La psicología de una niña que fue violada por una familiar; la muerte de un indocumentado que trata de cruzar la frontera; un día en la vida de un soldado razo; un chinito que no habla español pero que trabaja en Guadalajara y se enamora de una stripper, son algunos de los temas sociales que abordan los tapatíos en sus cortometrajes y un largometraje, los cuales fueron acreedores a las becas del Imcine, Fonca y Cenca.
Algunos casos como el de Eduardo Covarrubias, autor de Bajo Tierra han cotizado hasta un millón 300 mil pesos: “Pero no sabemos si nos los den”.
Los tapatíos tienen el sello, la camiseta bien puesta del Departamento de imagen y sonido, son de la licenciatura en artes audiovisuales del CUAAD, campus del que egresaron.
Muchos tienen años picando piedra, por lo que las becas representan un avance para cristalizar sus proyectos. Admiten que entre ellos no hay envidias o celos profesionales: “Incluso nos llegamos a prestar algunas latas de cine”, agrega Covarrubias.
“Me parece muy bueno que esto esté pasando, que seamos tantos los becados y que el apoyo no sólo se concentre en el DF o Monterrey, eso habla de que nos están conociendo, les están gustando nuestras propuestas y no quieren que se quede ahí, sino que la gente lo pueda ver, lo critique”, señaló Samuel Kishi.
Con ese dinero, que va de los 90 mil a más de un millón de pesos, esperan tener una producción muy buena que pueda ser presentada y hasta compita en eventos nacionales e internacionales, siendo uno de los esperados el Festival Internacional de Cine de Guadalajara.
Algunos de los cortos abordan los problemas de forma real, apegada, sin exageración y hasta con dramatismo, como es el caso de Mi ángel de la guarda, el cual aborda el sentir de la niña, su soledad, sus temores, sus rencores y su incapacidad de decir lo que le pasa cuando es violada.
“Eso es algo muy común en familias desintegradas y de pocos recursos económicos; pero en mi historia no quise presentar el típico final feliz o rosa, porque no siempre es así. Para este trabajo me documenté y yo creo que lo más difícil fue hacer las escenas con la niña, porque no entendía y no sabía lo que pasaba a su alrededor y repetimos las escenas muchas veces”.
Otro de los cortos que llaman la atención es Bajo Tierra, que trata de la muerte de un indocumentado luego de ser baleado por un policía fronterizo, un racista que goza con la muerte del inmigrante, quien iba acompañado por dos hombres más cuyos cuerpos no han sido encontrados a pesar de que esto ocurrió hace más de tres años.
“Este caso fue verídico. Es muy doloroso ver la desesperación, los motivos de la gente para salir de su país, al que tanto añora”, indica su autor.
Por último, Yordi y Gabriela Ruvalcaba tienen varios proyectos trabajados pero son dos los que recibirán los recursos económicos: el cortometraje Firmes y el largometraje Happy llantas. “Esto nos anima a seguir haciendo cada quien lo que crea, pero trabajando en equipo, haciendo una buena mancuerna y cuidando cada detalle”, concluyó Gabriela Ruvalcaba.